Entre recuerdos, anécdotas y reconocimientos, fue presentado el libro colectivo Testimonio de una vida por el teatro, en el cual diversas figuras de ese medio artístico rinden homenaje a Olga Martha Dávila, una de las grandes promotoras del teatro independiente en México, fundadora de Escenario del Arte (hoy Teatro Santa Catarina) y el Foro de La Conchita.

El acto tuvo lugar la noche del miércoles en la casa de la también actriz de origen hondureño, nacida en 1932, inmueble que durante 16 años, de 1983 a 1999, albergó precisamente al Foro de La Conchita, ubicado en pleno centro de Coyoacán, en la ciudad de México.

Editado de forma independiente, en el libro se recogen testimonios de dramaturgos, directores de escena y actores sobre aquella mujer y los dos mencionados espacios teatrales, baluartes del arte escénico mexicano no institucional y en los que varios de aquellos comenzaron su carrera profesional.

Entre los autores del volumen se encuentran Josefina Brun (fallecida en agosto de 2012), Tomás Urtusástegui, Virgilio Leos, Mario Ficachi, Óscar Flores, Carlos Haro, Morris Savariego y la propia Olga Martha Dávila.

Durante la presentación de ese material, algunos de ellos leyeron fragmentos de sus textos en los que lo mismo se reconoce el ímpetu de esa actriz y promotora cultural, así como su apasionado amor por el teatro, que se consignan anécdotas relacionadas con lo que hoy es el Teatro Santa Catarina y el ex Foro de La Conchita.

El dramaturgo Tomás Urtusástegui recreó el episodio cuando, hace varios ayeres, llegó con Olga Martha Dávila para proponerle la puesta en escena, en el Foro de La Conchita, de su obra Espacio vital, no obstante que le habían advertido sobre lo difícil e impositiva que ella era.

Lo primero que hizo la promotora fue cambiar el nombre de esa pieza, poniéndole el de Cupo limitado, luego escogió quién sería el director escénico y quiénes los integrantes del elenco, todo ello sin consultar al dramaturgo, según contó éste.

Salí hecho una furia, diciendo que ella era una tirana, una opresora; pero, para mi sorpresa, ganó ella, pues la obra se mantuvo meses y meses en cartelera, fueron más de 400 funciones y ganó muchos premios, recordó con afecto Urtusástegui.

“Para la siguiente obra que quise poner en ese lugar, antes de hablar con ella (con Olga Martha), me fajé muy bien los pantalones, y ya de frente le dije: ‘vas a poner Vida estamos en paz, haz lo que se te antoje con ella’, y me hizo caso, y también ganamos muchos premios. Insisto, es una tirana”.

Travesuras del perro Horacio

La intervención que más risas provocó fue la del actor José Luis de la Vega, quien dio lectura a su texto en el que recuerda a Horacio, un perro de la familia de Olga Martha Dávila que parecía caballo o un caballo que se sentía perro, por lo enorme de tamaño.

Tal can hizo pasar de las suyas al elenco de la obra en la que dicho actor participó. No sólo porque un día se les escapó y tuvieron que perseguirlo por Coyoacán hasta altas horas de la madrugada, sino porque en una ocasión irrumpió de manera inesperada sobre el escenario mientras el intérprete daba cuenta de un monólogo, lo cual causó el temor no sólo de él, sino del público.

Celoso de su trabajo, el actor contó que decidió no dejarse ganar la atención de la audiencia por Horacio y, superando el temor inicial, lo tomó del collar y mientras decía su parte lo condujo al camerino, donde sus compañeros de reparto morían de risa.

Durante la velada fueron recordados los orígenes de Escenario del Arte y el Foro de La Conchita, proyectos en los que participó el arquitecto y escenógrafo Alejando Luna. El último espacio destaca por haber sido montado en la propia casa de Olga Martha Dávila.

Para cerrar, la actriz recibió un par de reconocimientos, uno de la Agrupación de Periodistas Teatrales y otro de la Asociación Mexicana de Críticos Teatrales.