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Hace 20 años panistas doctrinarios lo acusaron de ‘‘pro salinista y pragmático’’

Colaboracionismo con el gobierno, causa recurrente de rupturas en Acción Nacional

La historia de reyertas y divisiones ha derivado en disputas públicas y la salida de dirigentes

 
Periódico La Jornada
Lunes 20 de mayo de 2013, p. 7

“Hoy el Partido Acción Nacional (PAN) es pro salinista, pro liberal y pragmático’’. Un grupo de panistas doctrinarios lo definió así en su carta de renuncia hace poco más de 20 años, molesto por el ‘‘indebido y antidemocrático’’ acercamiento de la dirigencia blanquiazul con el gobierno, la aceptación y voto en favor de reformas en el Congreso y los elogios a la política salinista.

Hoy, Ernesto Cordero y panistas afines al ex presidente Felipe Calderón sostienen una lucha con el dirigente Gustavo Madero, criticando el colaboracionismo del PAN con el gobierno de Enrique Peña Nieto a través del Pacto por México. Parece que los argumentos se repiten trascurridas dos décadas.

La historia de reyertas y divisiones en el blanquiazul, como la que hoy se ventila entre calderonistas y maderistas, data desde la fundación de Acción Nacional y ha derivado en varias ocasiones en disputas públicas y la salida de algunos de sus dirigentes.

En 1992, se dio una sangría de militantes motivada por cuestiones ideológicas; hoy las circunstancias parecen ser distintas, menos de principios y más ligada a quien se quedará con el timón del partido tras la derrota de 2012. Pero representa un nuevo capítulo de las disputas sostenidas al interior del blanquiazul en más de siete décadas.

Primera desbandada

La primera gran desbandada ocurrió en 1962. Carlos Arriola, ex miembro del PAN y estudioso del mismo, cuenta que constituyeron, junto con Hugo Gutiérrez Vega, Miguel Ángel Granados Chapa y muchos jóvenes de la época el ‘‘ala izquierda del partido, un acercamiento a la democracia cristiana’’, que no fue bien vista.

En la revista Replicante relata: ‘‘Nuestro grupo estaba muy interesado en la política profesional (la que, por cierto, Manuel Gómez Morín había recomendado a José Vasconcelos en 1929; pero en 1939, cuando ya era abogado de las derechas, convirtió al partido en una organización de aficionados). Entonces era una contradicción y, claro, no encajamos, no les gustó que fuéramos un poco más decididos, más enérgicos… Empezamos a hacer cursos de capacitación, pero el partido no quería profesionalizarse. Yo creo que fue un gravísimo error del PAN, porque no nadamás fuimos cuatro o cinco personas las que salimos, sino muchas más, toda una generación, lo que dejó un hueco en Acción Nacional’’.

Treinta años después renunciaron los llamados foristas, encabezado por Jesús González Schmal, Bernardo Bátiz y Pablo Emilio Madero. Como si la historia se reciclara, se quejaron en su misiva del indebido y antidemocrático acercamiento del PAN al gobierno del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, así como la ‘‘injerencia creciente de los empresarios en la vida del partido y el autoritarismo interno, burocratización (...) e intransigencia con los grupos y opiniones divergentes...

‘‘Aceptación y voto favorable a la reforma constitucional en materia electoral, voto a favor del Cofipe, voto a favor de la reforma electoral en materia de banca, sin las condiciones inicialmente expresadas; voto a favor de las reformas indebidas al artículo 27 y voto a favor de otras decisiones oficiales. Elogios abiertos o velados a la política salinista, participación de un miembro del CEN del PAN en el Consejo del Pronasol…’’

Espino en la cumbre y la revancha

Los encontronazos en el partido se han escenificado por quien maneja el Comité Ejecutivo Nacional. Uno de ellos ocurrió en marzo de 2005, cuando el ahora ex panista Manuel Espino llegó a la presidencia del PAN en un ‘‘'proceso viciado’’, según denunciaron calderonistas como Luis H. Álvarez, lo que motivó la salida de la entonces diputada Tatiana Clouthier.

La revancha del calderonismo –ya instalado en el poder presidencial– se dio en 2007, cuando Espino Barrientos fue abucheado por la mayoría de los asambleístas que acudieron al Polifórum Guanajuato.

El colofón de esos desencuentros se dio en junio 2008, cuando el entonces presidente del CEN del PAN, Germán Martínez, le solicitó al coordinador de los senadores panistas, Santiago Creel Miranda, la coordinación de los legisladores blanquiazules, con el argumento de que no había podido posicionar en los medios electrónicos la defensa petrolera del presidente Felipe Calderón. El trasfondo, denunció luego Creel, fue que estaba vetado por las televisoras y Calderón prefirió sacrificar su cabeza.

La destitución de Creel

Creel Miranda fue destituido y en su lugar Martínez ungió al senador Gustavo Madero como nuevo coordinador y presidente del Senado.

Beneficiario de aquel movimiento, Madero Muñoz repite la historia cuatro años después. Sólo que en contra de los calderonistas, quienes aquella vez lo encumbraron en el Senado, quita del paso a Cordero Arroyo y busca así seguir con su estrategia de colaboración con el gobierno.