e cumplió ayer un año de la protesta estudiantil realizada en la Universidad Iberoamericana en contra del entonces candidato presidencial Enrique Peña Nieto, considerada el punto de arranque del movimiento #YoSoy132, el cual rompió la inercia en que se desarrollaban las campañas presidenciales y alteró saludablemente el acontecer político del país. En forma significativa, la conmemoración de ese movimiento juvenil coincide con el segundo aniversario de las acampadas y asambleas populares realizadas a partir del 15 de mayo de 2011 (15-M) en diversos lugares públicos de España, cuyo epicentro fue la emblemática Puerta del Sol, en Madrid, y cuyos participantes fueron conocidos genéricamente como indignados.
Más allá de la coincidencia en las fechas, es pertinente recordar que ambas manifestaciones sociales vigorizaron positivamente sus respectivos panoramas políticos y los inyectaron de creatividad y frescura y que, pese a su heterogeneidad, pusieron en evidencia el descontento ante la inviabilidad de las reglas económicas y políticas vigentes en sus respectivos ámbitos nacionales.
En efecto, la ocupación de la Puerta de Sol hace dos años respondió a una convocatoria para protestar contra los recortes y planes de austeridad dictados por los gobiernos españoles recientes; sin embargo, los indignados ampliaron esa protesta al terreno político e introdujeron la demanda de pasar de una democracia formal a una democracia real en la nación ibérica. Por su parte, los jóvenes que se articularon en torno al #YoSoy132 transitaron en pocas semanas del rechazo a la candidatura de Peña Nieto y a la intervención ilegítima de los medios electrónicos en el proceso electoral de 2012 a una postura de claro rechazo al modelo político vigente y a los reclamos por un cambio de rumbo en el manejo de la economía y la democratización efectiva del conjunto de la institucionalidad.
El acto público realizado ayer en esta capital para conmemorar el surgimiento de #YoSoy132, así como las manifestaciones convocadas para hoy por parte del 15-M son también recordatorios del principal reto que enfrentan ambos movimientos: superar el ámbito de la mera protesta, generar agendas programáticas de largo aliento que den rumbo a su existencia como expresiones ciudadanas independientes y les permitan continuar con el proceso de consolidación como actores relevantes y permanentes en el empeño de transformación de sus respectivos países.
Es claro que la sociedad española no cabe en la democracia formal emanada de los acomodos de transición posfranquistas por la simple razón de que la clase política de ese país ha dejado de servir a la población a la cual se deben y ha terminado por ser gestora de intereses corporativos.
La sociedad mexicana, por su parte, asiste a una nueva demostración de la pérdida de representatividad del sistema político, con la aprobación de un paquete de reformas que si bien cuentan con el apoyo cupular de los suscriptores del Pacto por México, carecen del respaldo de las bases sociales y de los sectores afectados. A lo que puede verse, las condiciones que dieron origen al surgimiento de los movimientos sociales de mayo en ambas naciones se mantienen intactas.