Descubren que precursores neuronales en el epitelio nasal permiten diagnosticar males
Martes 7 de mayo de 2013, p. 3
El epitelio nasal alberga precursores neuronales que permiten la identificación y diagnóstico de enfermedades mentales. Este es un descubrimiento que forma parte de la investigación que lidera la doctora Gloria Benítez King en el Instituto Nacional de Siquiatría Ramón de la Fuente Muñiz. Los resultados del proyecto en curso podrían marcar un cambio radical en el curso de este tipo de padecimientos.
Hasta ahora no existe en ninguna parte del mundo un estudio clínico que permita identificar con certeza la presencia de una afección siquiátrica. Los diagnósticos se guían por los síntomas, la apreciación del médico y lo que el mismo paciente y su familia reportan.
El problema es que de esta manera las enfermedades mentales se pueden confundir con otro tipo de males o incluso entre ellas.
La investigación de Benítez King se inició en 2005. Aunque todavía hace falta avanzar sobre un estudio clínico que valide los conocimientos obtenidos en laboratorio y con unos cuantos individuos, lo que hasta ahora se sabe, forma parte del conocimiento que sobre el sistema nervioso central se ha acumulado a lo largo de los años y más específicamente a partir de los años 90, la década del cerebro.
En entrevista, la especialista en biología celular, jefa del Departamento de Neurofarmacología de la Subdirección de Investigaciones Clínicas del instituto, explicó que una vez comprobado a escala internacional, que el organismo es capaz de generar neuronas nuevas y que éstas se encuentran en el epitelio nasal, se enfocó en la búsqueda del método para obtenerlas y diferenciarlas del resto de células presentes en esa parte del organismo.
La investigadora desarrolló un mecanismo para ello, del cual tiene una patente registrada ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial. Es un procedimiento similar al de la prueba clínica de papanicolau, que identifica la alteración de células en el cuello de la matriz y es un indicador para la detección de cáncer, indicó.
Una vez que se logró el aislamiento y diferenciación de las neuronas localizadas en el neuroepitelio nasal (en la parte superior de la cavidad nasal), se percató de que se trata de células totipotenciales, es decir, con capacidad para originar otros tipos celulares, incluso tejidos y órganos. El siguiente paso fue identificar las proteínas relacionadas con la enfermedad mental.
Las pruebas de laboratorio a lo largo de varios meses, con varias hipótesis y conjeturas a partir de los síntomas que presentan los pacientes, llevó a identificar que la alteración en las proteínas conocidas como Tao y Disc-1 es base del diagnóstico de la esquizofrenia y el trastorno bipolar.
También detectó alteraciones severas en el citoesqueleto, el cual está compuesto por los músculos y los huesos de la célula. Está constituido por estructuras filamentosas y tubulares microscópicas que dan soporte a la célula y le permite tener movimiento.
En los enfermos de esquizofrenia y trastorno bipolar esta estructura también está alterada, con cavidades que no se observan en individuos sanos.
Lo que sigue en la investigación de Benítez King es la fase clínica, lo cual implica colectar muestras de células de pacientes y corroborar los resultados del laboratorio. Ahí está lo difícil, reconoce la investigadora, pues se requiere infraestructura que permita almacenar y conservar las muestras, el espacio necesario para su cultivo y posterior análisis.
El camino todavía es largo, admite la investigadora, pero desde ahora marca una diferencia. Existe la esperanza de que en el futuro mejorarán las condiciones de los individuos con trastornos siquiátricos, los mismos que en los años 50 del siglo pasado eran sometidos a choques de insulina para controlar lo que se pensaba era una enfermedad del espíritu.