Luego que el viernes se canceló la convocatoria que circuló en carteles y redes sociales para desalojar a los jóvenes que mantienen tomada la rectoría de la UNAM, la jornada de ayer transcurrió entre la calma y algunos incidentes menores, como el de dos personas inconformes con la ocupación que trataron de ingresar en la sede.

El primero ocurrió después de mediodía, cuando un joven en evidente estado de ebriedad –que se dijo estudiante de la Facultad de Derecho– traspasó la barrera de muebles colocada a la entrada del edificio, lo cual interrumpió por unos minutos el desarrollo de los diálogos, debates y reuniones informativas a las puertas de rectoría.

De inmediato, el joven fue rodeado por los ocupantes del inmueble, quienes, mientras discutían con él y lo replegaban a la pared, colocaron una manta para que desde el exterior no se pudiera observar lo que acontecía. Tres minutos después, lograron que se saliera de esa área. El joven no se identificó ni dijo si fue agredido, pero un compañero suyo, quien sí mostró una credencial de la Facultad de Derecho, comentó que no estaban de acuerdo con la toma.

Dos horas después, un hombre de unos 60 años –quien dijo llamarse Arturo y mostró una credencial de forma muy rápida– trató de pasar al edificio y llamó a otras personas a acompañarlo, pero al no encontrar eco se retiró.

Los jóvenes embozados repudiaron su actitud en medio de gritos de ¡Fuera, porro de la UNAM!, y acusaciones de que iba a provocar. Ante las preguntas de medios electrónicos, el sujeto afirmó que había ido a pedirles amablemente que desalojaran el lugar. En ese momento, un joven documentalista lo desmintió y lo acusó de haberlo amenazado para que no lo videograbara.