elipe Cazals es, sin duda, el principal cineasta que ha dedicado la mayor parte de su filmografía a documentar la historia, pasada o contemporánea, de nuestro país. Ciudadano Buelna, su largometraje número 27, narra de manera episódica la carrera política y militar de Rafael Buelna Tenorio, que si bien fue nombrado Hijo Predilecto del estado de Sinaloa (el aeropuerto de Culiacán, lleva su nombre), es prácticamente desconocido por la mayoría de los mexicanos. La película explica por qué.
En un prólogo situado en 1913, el coronel Buelna (Sebastián Zurita) es entrevistado por un periodista (Andrés Montiel), que bien podría ser Martín Luis Guzmán. De entrada, el protagonista declara que sus intereses en la lucha armada revolucionaria no tienen relación alguna con la búsqueda del poder. Antes que coronel se considera un ciudadano.
Después del título, Ciudadano Buelna sigue un orden cronológico en su descripción, históricamente cierta, de cómo Buelna, en cada etapa de su vida, mantuvo firmes sus ideales liberales, así como una coherencia ideológica a pesar de los conocidos vaivenes de la Revolución. Escéptico, como muchos otros, de la tibieza de Francisco I. Madero (Humberto Busto), se unió al combate contra el gobierno de Huerta y tuvo un enfrentamiento frontal con Álvaro Obregón (Gustavo Sánchez Parra). Fue simpatizante de la causa de Emiliano Zapata (un convincente Tenoch Huerta) y en un principio congenió con Pancho Villa (Enoc Leaño) para luego tener sus diferencias.
En todo ese proceso, Buelna es el héroe más inmutable en la filmografía de Cazals. Es un hombre que no duda en ningún momento y se comporta con la arrogancia de quien ostenta la razón (en ese sentido, la actuación de Zurita resulta algo monocorde y solemne, si bien tiene en su favor una consistente presencia escénica). Sin embargo, en el fondo, su variable militancia con las diferentes facciones revolucionarias lo remiten a ese errar sin rumbo fijo de los personajes típicos de Cazals. Como ellos, Buelna descubrirá que su esfuerzo ha sido en vano. La supuesta lucha por el pueblo ha sido aprovechada por los caudillos para colocarse en la silla. Su muerte violenta –inevitable para la mayoría de los personajes revolucionarios– sólo sellará la futilidad de su causa.
No es de extrañar que un personaje así, que no embonaba con la historia oficial de la Revolución, sino, por lo contrario, acentuaba sus contradicciones, fuese borrado de manera conveniente de sus páginas.
A sus 60 y pico años, Cazals muestra en su resolución formal la sabiduría cinematográfica decantada a lo largo de los años. La economía de la narrativa, la elegancia en el corte, la fluidez de la cámara ya son cualidades que le son naturales. Además, el director juega astutamente con las convenciones del género histórico al apostar al anticlímax. Las escenas que parecen conducir a una batalla épica –como todos los despliegues acrobáticos de extras que sirvieron de relleno en el muy fallido Morelos (Antonio Serrano, 2012)– hacen elipsis para llevarnos a la resolución posterior. Los hechos de sangre ocurren fuera de cámara.
La película tampoco facilita la información al espectador que desconozca a las principales figuras y hechos de ese periodo histórico. Quien no sepa identificar, por ejemplo, a la Convención de Aguascalientes de 1914, se perderá el significado del apasionado discurso de Antonio Díaz Soto y Gama (un estupendo Bruno Bichir) y la posterior aprobación del Plan de Ayala. (Y quien desconozca el cine de Cazals se perderá un sabroso chiste privado en relación a los actores que interpretan a los representantes zapatistas.)
Hay varias otras cualidades en Ciudadano Buelna. Pero me falta espacio. El lector tendrá que apreciarlas en los escasos cines donde se estrenó la película.
Ciudadano Buelna
D: Felipe Cazals/ G: Felipe Cazals y Leo Mendoza/ F. en C: Martín Boege/ M: Víctor Báez/ Ed: Óscar Figueroa Jara/ Con: Sebastián Zurita, Marimar Vega, Damián Alcázar, Jorge Zárate, Dagoberto Gama/ P: Cuatro Soles Films, Universidad Autónoma de Sinaloa, Gobierno Constitucional del estado de Sinaloa, Estudios Churubusco Azteca. México, 2012.
Twitter: @walyder