La mayoría eran mujeres y niñas; el asesino será juzgado
Lunes 12 de noviembre de 2012, p. 24
Washington, 11 de noviembre. Con lágrimas, Rafiullah, de 15 años, cuenta cómo su abuela se enfrentó a un soldado que apoyaba una pistola en la boca de su hermana. Al final relató que el hombre les disparó a los tres: uno por uno.
La historia de Rafiullah forma parte de los escalofriantes testimonios de la matanza de civiles, entre ellos mujeres y niños, perpetrada hace ocho meses por un soldado estadunidense.
Rafiullah y otros testigos y parientes de las víctimas de la matanza testificaron mediante videoconferencia en las audiencias previas al juicio en una base militar del estado de Washington (oeste) para determinar si el acusado, sargento Robert Bales, debe ser juzgado por una corte marcial.
Bales se enfrenta a 17 cargos de asesinato, seis de intento de homicidio, siete de agresión, dos de uso de estupefacientes y uno de ingesta de alcohol.
En total, 17 de las 22 víctimas era mujeres o niñas y casi todas recibieron disparos en la cabeza.
Bales, de 39 años, está acusado de salir de su base en el distrito de Panjwayi, en la provincia de Kandahar (sur), en la noche del 11 de marzo de este año para cometer los crímenes. Nueve de las víctimas eran niños y, según el reporte, varias fueron quemadas.
La matanza, considerada el crimen más mortal cometido por soldados estadunidenses durante el conflicto, de más de 10 años de duración, tensó al límite las relaciones entre Washington y Kabul.
Rafiullah, de habla pastún, relató que dormía junto a su abuela Naikmarga y su hermana Zardana cuando oyeron un golpe en la puerta.
Después que mi abuela se levantó a ver quién era, el hombre entró a la habitación y me pidió salir y empezamos a gritar... estaba vestido con uniforme militar
, expresó Rafiullah, al rememorar la noche de los hechos. Al preguntarle si el uniforme se asemejaba al que usan los soldados estadunidenses, respondió que sí.
Tenía un rifle y una pistola
, prosiguió Rafiullah. Puso la pistola en la boca de mi hermana y luego mi abuela se le enfrentó. Entonces yo salí corriendo por la puerta... mi hermana y yo corrimos. En cuando salimos de la habitación, mi abuela también huyó
.
Al ser interrogado sobre lo que pasó después, Rafiullah contestó: Él le disparó a mi abuela, luego a mi hermana y a mí. Me disparó en las piernas. A Zardana en la cabeza
. Zardana, de siete años en el momento del tiroteo, fue ingresada en un hospital estadunidense y también testificó en el proceso.
La niña, cuya cabeza estaba cubierta por un pañuelo púrpura, confirmó que el atacante vestía ropas color militar.
El lunes pasado, el fiscal abrió el caso diciendo que Bales estaba tomando whisky Jack Daniels y mirando la película de acción Man of Fire antes de abandonar la base militar.
Si la audiencia lo determina, Bales podría enfrentar un consejo de guerra, que podría condenarlo a muerte.
Bales fue trasladado desde Afganistán a la base estadunidense de Fort Leavenworth en Kansas (centro) para luego ser desplazado a Fort Lewis-McChord.
Por motivos de seguridad y para alejarlos de la luz de los medios, su mujer y sus hijos también fueron trasladados al centro ubicado al sur de la ciudad de Seattle.
Antes del comienzo de la audiencia, la mujer de Bales reiteró que confiaba en su inocencia, y argumentó que su marido no recordaba haber efectuado los disparos y que estaba conmovido por los detalles de las acusaciones en su contra.