Ecos y murmullos de Comala, del dramaturgo cubano, culminó temporada en La Habana
En la novela de Juan Rulfo la atmósfera es realmente apasionante
, manifiesta a La Jornada
El misterio está en los saltos en el tiempo y en el espacio, dice el reconocido autor de 87 años
Miércoles 12 de septiembre de 2012, p. 4
La Habana, 11 de septiembre. Abelardo Estorino, el más importante autor teatral vivo de Cuba, estaba obsesionado
con llevar Pedro Páramo a un escenario.
Al final lo logró. Acaba de concluir una temporada de cinco semanas de su más reciente obra, Ecos y murmullos de Comala, basada en la obra de Juan Rulfo, con la compañía Hubert de Blanck.
Ligero de movimientos a sus 87 años, Estorino tiene que subir todos los días una escalera larga y empinada para llegar a su casa, lo cual asume como su cuota de ejercicio. Pero dice a La Jornada que terminó agotado después de dirigir él mismo la puesta en escena, con 16 actores.
En Pedro Páramo la atmósfera es realmente apasionante
, explica el autor. “Es lo más alejado del teatro que se pueda ver, pero yo traté por todos los medios de que fuera fácil de llegar al espectador. En el libro a veces uno no sabe exactamente quién está narrando, pero después se da cuenta. Uno puede en el libro volver atrás y decir: ‘Ah, bueno, es fulano de tal’. Pero eso el espectador no puede hacerlo.
Yo podía haberlo hecho lineal, pero entonces no era Rulfo. No habría ese dislocamiento, que es donde está el misterio de la obra, el saber qué es lo que pasa, adónde va a llegar, los saltos en el tiempo y en el espacio.
Mientras transcurre la escena de Ecos y murmullos… en primer plano, atrás queda un coro en la sombra. El diseño de luces y un vestuario sutil –trabajo de Carlos Repilado– forman parte de la construcción de una atmósfera mágica. La coreografía es de Iván Tenorio y la música de Ulises Hernández.
El dramaturgo considera que el coro es esencial. Me parece que son muy rulfianos los rumores. Él habla mucho de rumores y de ecos. Me parecía que era importante y además me ayudaba a narrar
.
Yo creo que Rulfo y todo el mundo que lo estudia dice que esa es una obra sobre el pueblo. Es decir que no es una obra basada en un personaje principal, sino que las voces del pueblo son importantes y me parece que eso se logra con los ecos, con los conjuntos.
Estorino recuerda que su pieza La dolorosa historia del amor secreto de don José Jacinto Milanés (1973), sobre ese poeta cubano del siglo XIX, tiene un puente de conexión con Rulfo.
“Lo que hay de común en las obras es que la historia está contada después de la muerte del personaje. Milanés viene traído a escena por un mendigo que lo azota para hacerlo hablar y a partir de ahí empieza a contar la historia de su vida.
“Esto es diferente, porque (en Pedro Páramo) Juan Preciado llega vivo a ese pueblo, aunque hay personas que dicen que no, que Juan Preciado también estaba muerto. Pero yo creo que estaba vivo y se va asombrando al ir encontrando que todo el mundo está muerto”.
Juan R. Amán había hecho una versión anterior de Pedro Páramo en Cuba, con la Compañía de Teatro Irrumpe, en 1994.
Estorino, premio nacional de teatro y de literatura, miembro de la Academia Cubana de la Lengua y ex becario Guggenheim, aún trabaja en su texto. Lo revisa y retoca para publicarlo. Ha cambiado escenas, corrige detalles que le brincaron en el escenario. Quiero arreglar todo eso, para dejarlo lo más definitivo posible
.
Entre numerosos volúmenes sobre Rulfo y la novela, tiene a la mano un par de ejemplares de Pedro Páramo, uno de ellos ya partido en dos, ennegrecido por las notas al margen. Es la primera edición cubana (1968), con el sello de Casa de las Américas.
Torrencial el día del estreno
Estorino nunca conoció a Rulfo. El autor de El llano en llamas vino a Cuba en 1975, en la comitiva del presidente Luis Echeverría, pero no se le recuerda en actividades fuera de las oficiales. La Casa de las Américas, la editorial Planeta y la Secretaría de Cultura del estado de Michoacán –entre otras instituciones de esa entidad– publicaron en 2006 una coedición de la novela y el libro de cuentos del mexicano.
Con una obra difícil de traducir a las tablas, el autor confiesa que pensó alguna vez que quizá su trabajo no se conectaría con el público. Después de esta temporada cree que llegó al espectador interesado e inteligente
.
Estorino sonríe al recordar que su obra salió a escena en medio de una atmósfera sombría. El estreno coincidió con un aguacero torrencial que estremeció a la ciudad y a los pocos días pasó la tormenta tropical Isaac. Fueron noches de calles desiertas, en las que apenas los perros callejeros doblaban en las esquinas.