En el video de las cámaras de seguridad no se ve el rostro del homicida del militar
Jueves 5 de julio de 2012, p. 42
Jonathan Javier Arechega Zarazúa, presunto autor material del general Arturo Acosta Chaparro, fue ingresado ayer al Reclusorio Oriente luego que el juez 28 penal libró orden de aprehensión en su contra por el delito de homicidio calificado.
El joven de 22 años se encontraba arraigado desde hace casi 40 días y aunque la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) consignó el martes el expediente de la investigación, lo hizo sin detenido en espera de que el juez ordenara su aprehensión.
La dependencia capitalina ejercitó acción penal contra el inculpado sin haber esclarecido el móvil del crimen, toda vez que Arechega Zarazúa en todo momento ha negado haber participado en los hechos, de allí que la institución no tenga claridad en un móvil
, según las declaraciones de su mismo titular, Jesús Rodríguez Almeida.
Ayer el funcionario señaló que la investigación en torno a este homicidio, ocurrido el pasado 20 de abril frente a un taller mecánico de la colonia Anáhuac, delegación Miguel Hidalgo, continúa abierta y en este momento se trabaja en la ubicación y detención del sujeto que conducía la motocicleta en la que huyó el presunto asesino.
Manifestó que si bien por este caso se ha mantenido comunicación constante tanto con la Procuraduría General de la República como con la Secretaría de la Defensa Nacional, ninguna de las dos dependencia federales ha solicitado de manera oficial
tomar declaración a Arechega Zarazúa.
Según la PGJDF hay un cúmulo de pruebas que acreditan la responsabilidad del implicado en el asesinato del militar que van desde la identificación plena por parte de dos testigos, el análisis pericial del video de las cámaras de seguridad de la zona que captaron el momento de la agresión, en los que no se ve la cara del asesino.
Otra prueba aportada por la dependencia es que el joven dijo que el día del crimen realizó varias llamadas a distintos amigos desde el teléfono celular de su madre, pero al revisar la actividad del aparato, se concluyó que no había sido usado en los momentos en que se cometió el crimen.
La declaración del imputado quedó desvirtuada ya que ninguna de las personas con las que dijo haber estado el día del homicidio corroboró su versión.
Jonathan Javier vivía en Nezahualcóyotl, estado de México, donde se dedicaba a ayudar a su mamá en trabajos de santería y según las investigaciones no tiene antecedentes penales.