Ser la segunda maratonista de Tlaxcala y la tercera del país ha significado un verdadero desafío para Karina Pérez, quien con base en sus logros personales irá a sus segundos Juegos Olímpicos sin el apoyo y la confianza de los dirigentes del atletismo de su entidad, quienes le han puesto piedras en el camino.

La ganadora del maratón internacional de la ciudad de México en 2010 valora más a la gente que se ha acercado a ella sin ningún interés personal, porque sabe que lo hacen de corazón y quieren que triunfe y salga adelante, asume.

En su pensamiento sólo hay un propósito: mejorar su marca de 2:31.30 horas y el lugar 61 de Pekín 2008. Imposible pensar en medallas, el nivel no da para más, admite, pero sí terminar la prueba, porque para eso está trabajando rumbo a una competencia tan difícil y complicada.

Karina se emociona por haber clasificado a su segunda justa veraniega. “Estoy muy contenta; mi familia ha sido la base fundamental y físicamente me siento más fuerte, a pesar de las adversidades.

“He padecido por falta de apoyo de las autoridades estatales; el mayor obstáculo ha sido la asociación de atletismo de Tlaxcala. Doy resultados y ellos me ponen trabas, me cierran la puerta, me bloquean para que no pueda participar.

El año pasado me quedé fuera de los Juegos Panamericanos de Guadalajara por esas cuestiones; no los entiendo, no sé qué quieren, destaca la pupila del cubano Luis Ordóñez.

–¿Eres indisciplinada?

–No, lo que pasa es que no me quedo callada cuando se cometen injusticias. Siempre me defiendo y por eso lo que haga en Londres será un logro personal.

“Somos tres maratonistas, Madaí, que también es de Tlaxcala y la número uno del ranking; la doble medallista panamericana Marisol Romero, del estado de México, y yo. Somos un buen equipo, nos conocemos y cada una buscará un buen resultado”, puntualizó Pérez.

Desde hace dos semanas, Karina está concentrada en La Malinche. Ahí comparte los ratos libres con los dos pugilistas que también irán a Londres: Óscar Valdez, en peso gallo, y Óscar Molina, en wélter. Intercambian opiniones y consejos, ven películas, escuchan música y también se dan tiempo para responder sus celulares o hacer algún comentario en las redes sociales.