Política
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La campaña Dedo manchado, descuento asegurado genera poco impacto

Poca credibilidad en los comicios frustra promoción en establecimientos comerciales
 
Periódico La Jornada
Lunes 2 de julio de 2012, p. 20

Su conocimiento de las tiendas Oxxo, donde es auditor, le hizo imaginar hoy largas filas de clientes porque se les prometió un café gratis a cambio de traer su dedo marcado con tinta indeleble, pero resultó que el primer votante cayó hasta las nueve de la mañana. Y es que, dice Luis, cuando hacemos promociones de cerveza o bebidas embotelladas, la gente está esperando, pero en ésta no, comenta extrañado.

En restaurantes, centros comerciales cadenas de autoservicio, el día de las elecciones impactó de diversas formas. Pero en nada pegó tan negativamente como en los niveles eufóricos de comensales.

Así no es lo mismo, insiste el encargado de la cantina Número 1, Manuel Otero Vázquez. “Los comensales están a pura limonada, naranjada y toda clase de bebidas preparadas, pero sin alcohol.

¡Claro que la ley seca impacta! –comenta– El alcohol da alegría, aunque sea pasajera”. A las cuatro de la tarde, llegó el Mariachi y los asiduos a la Número 1 se alegran, pero no es igual, recalca el cantinero.

Para otros, el sufragio no es algo que ayer tuvieran en mente. Josué Mondragón, de 19 años, ayudante en un negocio de comida rápida en el centro comercial Plaza Insurgentes, expresa que sí tiene credencial, pero no sé qué decir sobre la jornada electoral.

Otros chavos no pueden acudir a las urnas. Luis, Rafael y José trabajan en un café de avenida de la República, donde cumplen una jornada de 10 horas. Me gustaría ir, pero no puedo. Además, creo que no se respeta el voto y tampoco me dan ni trabajo, añade José, de 23 años.

Nunca he visto que el país mejore

A paso lento camina Raúl López, de la mano de su mujer. Pasean en el Parque México. Desde hace 42 años, él emite su sufragio. Ojalá que la situación mejore por el bien de todos, porque cada día está más crítico. Todo sube, menos los sueldos. Hay escasez de empleo y el poco que hay es mal pagado.

Reconoce que en las más de cuatro décadas que ha votado, nunca he visto que el país mejore. Pero la esperanza es la que muere al último, dice resignado.

Con un vaso de café en mano, se ve contento Efrén González. Sale de un 7 Eleven donde obtiene gratis el aromático con sólo mostrar su dedo pulgar. Considera que los que buscan ocupar un cargo en el gobierno están bien locos, porque siempre vamos a estar igual.

Se siente harto de todo porque las dependencias, sea cual sea, no hacen su trabajo, comenzando por los que deben de recoger la basura. Y si acudió a las casillas fue porque como empleado desea que despierten los trabajadores.