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Elecciones 2012

Una vez más, la multitud lo recibe en el Zócalo con el grito: ¡pre-si-den-te!

Los comicios ya no serán mero trámite; ¡vamos a ganar: afirma López Obrador

Agradece al movimiento estudiantil que haya ayudado a sacudir las conciencias

 
Periódico La Jornada
Jueves 28 de junio de 2012, p. 6

Es culpa del tiempo, no de las campañas: ¡Qué vivan los jóvenes! ¡Qué vivan los estudiantes!, grita Andrés Manuel López Obrador, agradecido de que el movimiento juvenil haya ayudado a sacudir las conciencias. Las decenas de miles que alcanzaron lugar en el Zócalo responden con la mayor ovación de la tarde, si se exceptúan las dedicadas al candidato, que tarda más de dos horas en hacer el recorrido del Ángel de la Independencia a la Plaza de la Constitución.

Poco antes, López Obrador ha vuelto a presentar a quienes integrarían su gabinete. El público tiene sus preferencias. Los gritos son más altos cuando menciona a Cuauhtémoc Cárdenas, Elena Poniatowska, Juan Ramón de la Fuente y Marcelo Ebrard. En ese orden, del más alto al menor.

¡Pre-si-den-te, pre-si-den-te!, ha sonado el grito al recibir al candidato del Movimiento Progresista. Pero la espera ha sido larga y la creatividad escénica, por así llamarla, realmente pobre. Muchos, distraídos en la espera, llegados muy temprano a la plancha del Zócalo, reaccionan en el momento en que lo ven aparecer en las grandes pantallas, en los extremos del escenario.

Sólo el entusiasmo de la gente, de los más aguantadores, hace que López Obrador sea recibido con el grito de presidente.

Antes de la llegada del candidato han tomado la palabra algunos de los integrantes de su gabinete y también el aspirante a la jefatura de Gobierno, Miguel Ángel Mancera. Más para hacer tiempo que por cumplir un plan que incluya, por ejemplo, presentar a los candidatos a diputados, senadores y gobernadores.

Cuando llega el candidato, nadie le avisa a la actriz Dolores Heredia, a cargo de un mensaje inicial, que hay cambio de agenda. Así que ella pregunta si Mancera quiere volver a hablar.

¡Obrador, Obrador, Obrador!, se impone la plaza.

Mancera toma el micrófono otra vez y dice sólo dos frases.

Habla el candidato.

El lugar de Morena

El cierre de López Obrador, su segundo como candidato a la Presidencia de la República, es, en cierto sentido, una alegoría de su campaña. No de los últimos 90 días oficiales, sino de un largo recorrido que comenzó con el levantamiento del plantón en 2006.

López Obrador tarda más de dos horas en el recorrido entre el Ángel de la Independencia y el Zócalo. El andar es lento, porque miles, que han colmado la ancha avenida desde muy temprano, quieren acercarse a la descubierta donde avanza el candidato presidencial al lado de Cuauhtémoc Cárdenas, Alejandro Encinas y otras figuras.

Un andar paso a paso, como el suyo de cinco años pueblo a pueblo, siempre rodeado, estrujado, apachurrado por la gente.

¿Cómo llega López Obrador a su cierre? Hicimos la mejor campaña, dice, y expresa una y otra vez el agradecimiento a quienes lo apoyan. Ustedes son el motor del cambio verdadero. Con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada, se arranca, y de ahí hila un discurso que es en parte reiteración de las propuestas que ha hecho a lo largo de la campaña. En el centro, el combate a la corrupción. Pero también habla de empleo, salarios, salud y educación, de reducción de precios de los combustibles.

Y de la violencia, claro. Vamos a serenar al país; no enfrentaremos el mal con el mal, reitera.

En el balance de su campaña va al principio, pero es más que parco en el elogio: Se resolvió bien lo de la candidatura. Marcelo Ebrard actuó a la altura de las circunstancias.

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En el Zócalo, la escritora Elena Poniatowska recibió calurosamente al candidato presidencial de la coalición de partidos de izquierdaFoto Carlos Ramos Mamahua
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En la marcha, Andrés Manuel López Obrador fue acompañado por su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, el empresario Alfonso Romo y otros personajesFoto Marco Peláez
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La multitud que asistió al cierre de campaña hizo que el abanderado del Movimiento Progresista viajara en el Metro para llegar a la Plaza de la ConstituciónFoto Carlos Ramos Mamahua

Agradece en ese mismo paquete a Cárdenas y a los tres partidos que lo apoyan (el PRD se lleva el aplauso más flojo). El lugar destacado es para su creación, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena, que obtiene el aplauso más sonoro).

Morena fue la base para llevar a cabo la campaña con organización, efectividad y entusiasmo.

Vamos a ganar

A mediados de mayo, López Obrador mostró a los dirigentes de la coalición los resultados de sus encuestas. Iba en ascenso y Peña Nieto caía. Explicó con detalle y remató: Vamos a ganar.

Los primeros incrédulos eran algunos dirigentes perredistas, convencidos, como muchos siguen ahora, de que había sido un error fatal no llevar como candidato a Ebrard. Pero López Obrador logró convencer. No a todos, pero sí a Jesús Zambrano, quien desde entonces enfocó sus baterías a apoyar al candidato y endureció frases contra los priístas.

Pero Zambrano y Dolores Padierna contaron los detalles de la reunión al resto de los integrantes de la Comisión Política Nacional; uno de los principales dirigentes de Nueva Izquierda, futuro senador, peló tamaños ojotes: “Y ahora, ¿qué vamos a hacer? Ese cuate está loco, va a querer que nos bajemos las dietas a la mitad…”

El ascenso de López Obrador fue bien detectado por sus adversarios. La campaña de Enrique Peña Nieto dirigió sus baterías al renacimiento de la guerra sucia.

Un integrante del cuarto de guerra de Josefina Vázquez Mota dice que los números de los panistas apuntaban, en las mismas fechas referidas, a un triunfo de López Obrador. Y enseguida repara: Pero cometió varios grandes errores. Se le pide que precise y sólo menciona dos: su soberbia en el programa Tercer grado, donde volvió a ser el mismo de siempre, y su desempeño en el segundo debate, donde se negó a atacar a Peña Nieto.

La nota que acompañó los resultados que presentó su otrora encuestadora de cabecera, que lo pone 10 puntos debajo de Peña Nieto, concluía: en el proceso electoral presidencial mexicano de 2012 pasó mucho y, al final, no pasó nada.

No lo ven así los miles de obradoristas que hoy se concentran aquí, lo que es de esperarse. Pero lo notable, y diferente, es la presencia de muchos jóvenes, nuevos en estas lides de llenar el Zócalo, que se estrenarán en las urnas este domingo.

Vamos a obtener muchos votos de priístas y panistas, inconformes con el régimen de corrupción y con la mezquindad de personajes de esos partidos, dice el candidato.

A las encuestadoras les tunden en los carteles en la plaza y López Obrador las remata… con otra encuesta: Nuestra última encuesta, no esas que son parte de la propaganda, nos registra que estamos arriba.

La ovación cierra el tema. O lo pospone para el domingo.

Las elecciones de 2012 ya no fueron, insiste el candidato progresista, el mero trámite para imponer a Peña Nieto a golpes de mercadotecnia.

Y le cuenta a la plaza, en el último de sus actos de esta etapa: “Lo escucho en todos los actos: ‘¡Vamos a ganar, vamos a ganar!’”