Sociedad y Justicia
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Incansable luchador comunitario, mantuvo su postura zapatista desde 1994

Por un accidente en su casa muere Juan Chávez Alonso, líder indígena

En 2001, durante la Marcha del Color de la Tierra, fue uno de los principales oradores, al lado de la Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en el Congreso de la Unión

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Juan Chávez habla en la tribuna de la Cámara de Diputados para defender la ley Cocopa, el 28 de marzo de 2001Foto La Jornada
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 3 de junio de 2012, p. 36

Morelia, Mich. 2 de junio. Zapatista desde 1994 y hasta el último día de su vida, luchador comunitario, referente indiscutible del movimiento indígena nacional, recuperador de tierras y de la memoria histórica, promotor de la educación indígena, trabajador migrante en Estados Unidos en varias ocasiones, campesino, músico y compositor, poeta sin escritura, un hombre de la tierra, don Juan Chávez Alonso falleció este sábado a causa de un accidente ocurrido en su casa mientras construía una troje.

Originario de la comunidad de Nurio, puerta de la meseta purépecha, incorruptible y firme, por más que gobiernos y organizaciones quisieron hacerlo suyo, don Juan fue leal a sus convicciones y a los principios de la lucha zapatista desde que en 1994 acudió a la Convención Nacional Democrática (CND), convocada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

Después de la CND, participó en el diálogo de San Andrés Sacamch’én de los Pobres, en la primera mesa de diálogo entre el EZLN y el gobierno federal, referente a los derechos y la cultura indígenas, de abril de 1995 a febrero de 1996. Durante este periodo don Juan se proyectó con toda su autoridad moral y se ganó de inmediato el respeto de todo el equipo de asesores, tanto de los representantes indígenas del resto del país, como de intelectuales y del resto de los acompañantes en un proceso inédito en el mundo. Posteriormente, fue clave en la fundación del Congreso Nacional Indígena (CNI), en octubre de 1996, al lado de la comandanta Ramona.

Autonomía sin permiso de nadie

Con el desconocimiento de los acuerdos por parte de toda la clase política, don Juan acompañó todas las iniciativas encaminadas a la exigencia de su cumplimiento, tales como la marcha de los mil 111 zapatistas a la ciudad de México, la Consulta Nacional por los Derechos de los Pueblos Indios, la Marcha del Color de la Tierra y, finalmente, la puesta en práctica de la autonomía sin permiso de nadie, con la que los zapatistas organizan su territorio en cinco caracoles, dentro de una iniciativa que tuvo eco en Nurio, el pueblo de don Juan, comunidad emblemática del movimiento indígena desde que fue sede del Tercer CNI, en el que participaron la Comandancia General del EZLN y representantes de más de 40 pueblos indios del país.

En 2001, durante la Marcha del Color de la Tierra, fue don Juan uno de los principales oradores al lado de la Comandancia General del EZLN, en el Congreso de la Unión.

Como parte de la otra campaña, iniciativa puesta en marcha en enero de 2006, don Juan recibió al subcomandante Marcos en Michoacán y recorrió con él el norte del país. Posteriormente participó en el campamento que se realizó en la comunidad de El Mayor, con el pueblo cucapá, y en el Encuentro Continental Indígena de Vícam, Sonora.

Antes de la irrupción del levantamiento zapatista, participó, entre 1987 y 1988, en el Frente Democrático Nacional, e impulsó el Movimiento Indígena de la Nación Purépecha, que más tarde desvirtuaría su camino autónomo y se vincularía el gobierno del estado, razón por la que don Juan se separó y continuó su trabajo con el CNI, red de pueblos, tribus, naciones y barrios indios de México.

Ferviente impulsor del resguardo del conocimiento purépecha, soñó e hizo planes para levantar una universidad indígena muy distinta a las que se construyeron en Michoacán y en otras partes del país.

Don Juan, de 71 años de edad, no era nuevo en las luchas. No sólo su piel estaba curtida, pues desde 1970, como autoridad de su pueblo, encabezó la recuperación de tierras que los pequeños propietarios de Paracho le arrebataron a su comunidad. Más adelante, a principios de los 80, fue apresado por autoridades estatales, por su lucha en defensa de la tierra, acusado de estar armando a su comunidad.

Don Juan llevó a su comunidad la Escuela Secundaria Técnica 69, primera que se construyó en un pueblo purépecha, gracias a la lucha y movilización de más de 100 comunidades de la meseta. También fue el promotor del albergue, un auditorio y un gran predio rodeado de pinos que se proyectaron en 1981 para organizar actividades que rescataran la tradición y la historia purépecha, tales como cursos y encuentros de medicina tradicional y de agricultura orgánica, señalaba don Juan.

El luchador purépecha también viajó por el mundo difundiendo las demandas de los pueblos indios. En 2002 se presentó en la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en Ginebra, y años más tarde su palabra recorrió los pueblos campesinos de Francia y diversos espacios sociales en Grecia y España.

Siempre con su característico sombrero, su chamarra y su gabán, a don Juan se le vio apenas en diciembre y enero pasados en las jornadas del seminario Planeta Tierra: movimientos antisistémicos, en San Cristóbal de Las Casas, en el contexto del 18 aniversario del levantamiento del EZLN.

Allí don Juan Chávez se disculpó por no contestar a la interrogante planteada sobre la influencia del EZLN en los movimientos antisistémicos emergentes. Me van a disculpar, porque no soy yo la persona mejor capacitada para hablar sobre esos temas. Para eso se organizó este evento, para que quienes están organizando las nuevas resistencias compartan con todos nosotros su experiencia. Nosotros por nuestra parte hemos estado bastante ocupados, trabajando en el campo, pues seguimos creyendo que la lucha sigue estando en sembrar la tierra.

La comunidad nacional e internacional ha enviado ya mensajes de solidaridad con la familia y con el movimiento indígena que pierde uno de sus pilares. Su cuerpo será velado en su natal Nurio, junto a los suyos. Le sobreviven su esposa Celia Romero, su madre doña Francisca Alonso, sus siete hijos y sus nietos.