elancólica canción del mal amado. He venido a decirles (Je suis venu vous dire), documental de Pierre-Henry Salfati es un tributo a la personalidad compleja del compositor y cantante francés de origen ruso Serge Gainsbourg. A diferencia de Gainsbourg (vida de un héroe), de Joann Sfar, ficción biográfica elaborada hace dos años, donde el personaje emblemático es interpretado con brío por Eric Elmosnino, lo que se propone aquí es una suerte de autobiografía póstuma del personaje a partir de material de archivo y entrevistas, para conocer de viva voz la trayectoria del artista, las motivaciones de sus declaraciones y pronunciamientos, a menudo polémicos, siempre provocadores, que de algún modo eclipsaron el enorme talento del cantante en beneficio de la genialidad del personaje público.
Una obsesión del compositor fue el infortunio de su físico ingrato. Gainsbourg se burla continuamente de su propia fealdad, la vuelve tema de canciones, la esgrime con valerosa petulancia hasta transformarla en un trofeo. La estrategia resulta exitosa. El hombre de enorme nariz ganchuda, facciones rugosas y accidentadas, cuerpo desgarbado y mirada vidriosa, a medio camino entre la apariencia etílica y el abandono menesteroso, se transforma en uno de los más grandes seductores del mundo del espectáculo.
Una fealdad de magnetismo irresistible. Al cantante lo rodean y admiran los iconos mayores de la belleza femenina francesa; entre ellos, la estrella del momento, Brigitte Bardot, quien enfundada en un traje de cuero a lado de su motocicleta Harley Davidson, subyuga al compositor y le inspira un hit musical instantáneo, Te amo, yo tampoco, tributo musical apenas disimulado al orgasmo femenino. El título lo retoma el propio Gainsbourg que se improvisa como cineasta para una película menor, pero con idéntico azufre de escándalo, interpretada por Joe Dallesandro, el actor fetiche de Andy Warhol. El escándalo no es nuevo. Diez años atrás, en el festival Eurovisión de 1965, un ídolo de la canción juvenil, France Gall, había interpretado con falsa inocencia una de sus melodías más provocadoras, plagada de equívocos verbales, Annie aime les sucettes. La popularidad del compositor alcanza en ese momento una altura insospechada. Anna Karina, actriz y esposa de Godard, hace el elogio de su atractivo físico, mientras Edith Piaf, luego de escuchar al maestro de las provocaciones, manifiesta su deseo de conocerlo (¿Quién es ese hombre tan encantador?
). La cantante Barbara, por su parte, se muestra conmovida por lo que logra en el escenario, con su pudor y con la desesperación que brota de cada gesto suyo
. Asistimos a la consagración del paria absoluto, el judío ruso Lucien Ginzburg, rebautizado Serge como nostalgia por sus orígenes eslavos, y Gainsbourg para un toque final francés en la pasarela del espectáculo.
Desechando toda contextualización a profundidad en la historia que relata, el documentalista Pierre-Henry Salfati se atiene a la recreación romántica de una atmósfera cultural y echa mano de todos los recursos a su alcance, en ocasiones de modo afortunado, a ratos de forma bastante obvia. Evoca el placer con que el muy joven Gainsbourg se deja seducir por la Rapsodia en Blue, de George Gershwin, o por las canciones populares de Charles Trenet, y ubica ahí el surgimiento de su vocación musical. Para aludir luego a su origen étnico fuerza la nota y acude a la escena de las escalinatas de Odessa en El acorazado Potemkin, de Eisenstein, o a fragmentos de la cinta chejoviana La dama del perrito (Joseph Heifetz, 1959). Para insistir en el estigma racial del judío con físico ingrato, no vacila en evocar la cinta emblemática del antisemitismo alemán, El judío Süss (Veit Harlan, 1940). En una pirueta más arriesgada, el cineasta hace referencia al escándalo del pretendido gusto de Gainsbourg por las doncellas muy jóvenes evocando primero su afición por la novela Lolita, de Vladimir Nabokov, y aterrizando cualquier posible inclinación pederasta en el amor muy puro que le inspira su hija Charlotte, actualmente actriz predilecta del danés Lars von Trier. Como se ve, el tributo de Salfati a la figura compleja de Gainsbourg no parece mayormente interesado en la sutileza o el trazo fino, y pareciera tener como meta natural una amplia difusión televisiva. Sin embargo, para los públicos poco familiarizados con la figura del cantante, este trabajo es la notable recreación de una atmósfera bohemia (Juliette Greco, Boris Vian, Barbara, Jacques Brel, y un largo etcétera) y del empeño con que un artista marginal elaboró, con perverso narcisismo, su propia mitología.
He venido a decirles se exhibe el lunes 4 y el jueves 7 de junio en el IFAL, y el 9 de este mes en el cine Lido, como parte de la programación del festival Distrital, cine y otros mundos (distrital mx).