n capitoste de la IP, de esos que aparecen en la lista de Forbes, ya lo sentenció: todo está decidido, Peña Nieto será presidente. El cristalino neoliberal Carlos Mota (Milenio, 14/5) lo difunde como anónima filtración. Gracias a tan enterado columnista se pueden entrever los cielos donde habitan los privilegiados, esos que se designan responsables creadores de riqueza. Un enrarecido ambiente integrado por los que saben y pueden, de esos a los que les ha sido comunicado, desde las mismas sedes de una calle (Wall Street) el dictado de los todopoderosos. Nada hay, en tal entorno selecto, algo que huela a pueblo. Tampoco se habla ahí de voluntad ciudadana, respeto a la pluralidad y, menos aún, de apertura democrática o búsquedas de independiente soberanía. Todo queda bajo reserva de los pocos iniciados con finos ribetes y estudiadas quietudes. Los que dispensan las buenas nuevas siempre atadas a sus masivos intereses. Una rala especie de negociantes, conectados con insaciables especuladores globales que, en su alocado afán de enriquecimiento, detonaron la cruenta crisis actual. Una crisis que al final del recuento se ha depositado sobre los pagadores hombros de los de siempre: los trabajadores, los desempleados, los miserables, los informales, los ciudadanos sin pedigrí, los cautivos del fisco, la ralea, en fin, que habita en los pisos de abajo.
La historia, en cambio, aún esa de corto alcance, va poniendo las cosas y a sus actores estelares en el lugar debido. Los otrora conductores de gobiernos que alegan ser de clase mundial, afanosos creyentes del dictado de los mercados, van ocupando un nada pulido recuadro donde yacen los olvidados. Uno después de otro, los políticos que se sometieron al mandato que urgía la apertura de los mercados sin regulación, afiliados, por convicción propia a los programas de estricta austeridad y el déficit cero encriptado en la ley, han ido abandonando, sin el donaire de otros disecados tiempos, el escenario de primera línea. El más reciente fue el francés Sarkozy, pero antes fueron los derechosos de Grecia o de Finlandia y otros varios países del centro y este de Europa. Incluso la señora Merkel pierde parte de su conservadora base electoral y tendrá que introducir cambios en su férrea postura respecto a los llamados salvamentos financieros. Los del PP en la España actual se achican con el paso de los días y sus muchas miserias. A toda esa camada de actores de la derecha, que la crisis europea encumbró como sustitutos de los centro-izquierdistas o socialistas de renombre abollado, les llegó el turno de expiar culpas y enfrentar críticas por sus promesas fallidas. El presidente de España ya vaga, con todo su cuerpo de gobierno herido, sin saber siquiera dónde habrán de recalar sus enteleridos huesos, ya bien roídos por las crecientes protestas callejeras.
Los indignados de ahí y de varios lados más, en cambio, adquieren nuevos bríos y su empuje se contagia hasta llegar a universitarios tan remotos del eurocentrismo como los de la Uia, la Universidad de Querétaro o el Tec de Monterrey en este México de las dubitaciones electorales. Los jóvenes mexicanos van levantando sus voces, alteradas y disonantes, bastante distintas a las buenas maneras heredadas de sus conservadores padres. Tal parece que adquiere cuerpo una generación revoltosa para los estándares locales. A pesar de los pocos instrumentos a su alcance, se apoderan de plazas disponibles y lanzan, en las redes sociales, sus denuestos, sus alaridos, su primaveral descontento. Se asientan, sin penas ajenas, en los mejores lugares para hacer oír sus voces. Se sabe que aspiran a una vida decente, digna, gustosa que los aspirantes presidenciales apegados a la continuidad no parecen ofrecerles, menos aún garantizarles. Poca de la riqueza está escriturada para ellos. A juzgar por lo adelantado por los paladines de la continuidad, tienen que pasar primero por el filtro de la productividad, de la decencia, del sometimiento, de la disciplina. Un conjunto de tenebrosos parajes que atosigan horizontes y constriñen los espíritus que aspiran a lo imposible.
Los aires que corren por el viejo continente ya brincaron el océano Atlántico. Las recetas empleadas para combatir la llamada crisis financiera (mejor dicho bancaria) europea se han convertido en cerrojos al crecimiento y la esperanza. No es justo, ni legítimo ni debido dejar en el desamparo a tantos (más de 20) millones de personas, principalmente jóvenes sólo en la Europa comunitaria. Las consecuencias empiezan a hacerse notables y contagian los ánimos de amplios contingentes de mexicanos, en especial los más educados. Todavía la corriente no cristaliza en un movimiento contestatario que ponga en riesgo lo establecido. Posturas y acciones que puedan afectar las preferencias por el escogido (EPN) que, afirman, debe asegurar la continuidad marcada. Los días venideros serán definitorios. Se circula por una recta final hacia el 1º de julio. El reto está ya más que claro. Se trata de dos alternativas a escoger y votar: una por el cambio drástico y la otra por más de lo mismo.