on la hospitalidad del Tribunal Superior de Justicia e invitación del Consejo de la Judicatura del Distrito Federal, tuvo lugar el día 9 de mayo, en la Sala de Presidentes María Lavalle Urbina, la presentación del libro La policía de investigación: entre las técnicas de investigación y las pruebas judiciales del Dr. José Arturo Yáñez Romero; los presentadores fueron el consejero doctor Israel Alvarado y los maestros Damián Canales Mena, secretario de Seguridad Pública de Hidalgo, y Miguel Eduardo Rivas Hernández, especialista en la materia.
La obra tiene una doble importancia: es por un lado un recorrido histórico, bien documentado, de la investigación judicial, y por otro, una proyección a futuro, para lo que el autor toma en cuenta especialmente las reformas de 2008, que impulsan, cuando menos en el texto, exigencias de nuevas reglas en los procedimientos penales. Ciertamente, las reformas se han presentado como si se tratara de novedades absolutas sin serlo realmente, tanto el llamado sistema adversarial como los juicios orales ya se habían experimentado desde el primer tercio del siglo pasado.
En la segunda parte del libro, el autor presenta un manual de técnicas cualitativas para la investigación del delito, que sin duda será de gran utilidad para las procuradurías del país y para las escuelas y facultades de derecho y criminología.
La importancia del libro radica, además, en su oportunidad. Actualmente en México estamos viviendo un tironeo contradictorio entre quienes ven al derecho penal como una vertiente o expresión de un modelo de estado autoritario y quienes piensan que los procedimientos para sancionar a los delincuentes deben ser respetuosos de la dignidad de todos los que participan en ellos y cuidadosos de buscar, en todo caso, la verdad de los hechos, para lo cual el autor destaca el papel fundamental que debe tener la policía investigadora, auxiliar del Ministerio Público.
Con toda razón el Dr. Yáñez Romero llama la atención sobre la aún deficiente capacitación de los policías investigadores, que en un pasado no muy lejano se formaban en el trabajo diario, por decir en la calle, y en contacto directo con los delincuentes y sus entornos. Su propuesta es, por supuesto, para que de aquí en adelante y reconociendo avances anteriores, especialmente en el DF, la preparación del investigador sea científica y completa, no solo llegar a la verdad sino, especialmente, poder presentar las evidencias en forma convincente en los procedimientos ante los jueces.
Durante algún tiempo el telón de fondo de estos temas fue la leyenda negra de la capital, según la cual en ella prevalecía la violencia y la inseguridad; se hablaba de barrios peligrosos, como Tepito, La Guerrero, El Hoyo, de Iztapalapa y otros lugares siniestros; especialmente se recrudeció esta percepción al final de los gobiernos priístas en la capital, cuando se incrementó el robo a casas habitación, a transeúntes y a vehículos, y se llegó a cifras verdaderamente alarmantes.
Gracias al trabajo y atención al problema, a partir del gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas, los índices delictivos descendieron y así han seguido hasta nuestros días; un ejemplo entre otros: en tiempos de Óscar Espinosa Villarreal, el robo de vehículos era de alrededor de 400 diarios, al concluir el gobierno de Alejandro Encinas el índice por día bajó a 70 y por lo que sé, continúa esa tendencia.
El trabajo de la procuraduría y el de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal han contribuido a mejorar el orden aquí, pero también, sin duda, la atención a las causas del fenómeno delictivo; un dato que no hay que olvidar es que, como lo valora justamente José Arturo Yáñez Romero, la capitación de los investigadores es clave, aquí ha sido atendida y ahora su libro, editado por el Instituto de Formación Profesional de la PGJDF, servirá para que en la ciudad de México sigamos por ese buen camino.