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Ver día anteriorLunes 30 de abril de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Y sin embargo se mueve
L

os resultados de la primera reunión nacional del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, celebrada los días 21 y 22 de abril en Cuernavaca, se divulgarán poco a poco en las próximas semanas y causarán sorpresa en muchos rincones.

El movimiento se propuso empezar una nueva etapa que refleje cambios ocurridos en el país desde que nació, así como sus transformaciones internas. Será un empeño por construir una nueva sociedad, por forjar nuevas relaciones humanas, a partir de la convicción de que la paz no puede conseguirse en el seno de la sociedad actual, la capitalista. El movimiento se propone participar intensamente en el proceso, actualmente en curso, en que las relaciones sociales propias de la nueva sociedad emergen en el vientre de la antigua.

El movimiento sigue reconociendo la centralidad que para él tienen las víctimas de la guerra de Calderón. No abandonará ninguna de las iniciativas que ha tomado en ese sentido. Al mismo tiempo, combatirá dentro y fuera del movimiento el obsceno tráfico de víctimas que se ha estado produciendo. Se denunció que algunas organizaciones se comportan como si fueran dueños de algunas víctimas e intentan controlar sus movimientos e iniciativas. Obtienen en su nombre recursos y legitimidad, asumiéndolas como materia prima de su acción. Así corrompen profundamente el sentido básico de lo que plantea el movimiento, como apelación moral y política a la sociedad y al Estado fincada en el dolor de quienes han padecido directamente o en sus familiares inmediatos la violencia criminal que ha cundido por el país en estos años.

El énfasis en las víctimas implicó siempre el riesgo de que el movimiento se convirtiera en una mera organización gestora, para la defensa de sus derechos y el procesamiento de sus reivindicaciones. Sus iniciativas tendían naturalmente a concentrarse en gestiones ante las agencias del Estado que podían atender exigencias de las víctimas. El diálogo mismo, rasgo central del movimiento y parte sustantiva de su identidad, tendía igualmente a concentrarse en los interlocutores estatales. Se estableció con claridad que no se trata de una organización en movimiento, sino de un movimiento organizado, que realiza gestiones pero no se reduce a ellas.

Como espacio que articula ideas, iniciativas y acciones, el movimiento se propone ahora convocar más directa y explícitamente a la acción. Sabe que buena parte de las dificultades actuales sólo pueden ser enfrentadas por la sociedad civil organizada y que es urgente concertar iniciativas al respecto.

El movimiento nació con la conciencia clara de que estamos ante una emergencia nacional. Como el Estado sigue negándose a reconocerla y a actuar en consecuencia, toca a la propia sociedad declararla. Lo hará el movimiento, en su nombre, con la intención de que la convocatoria contribuya a desatar acciones concertadas desde la base social para atender las muy diversas formas que la emergencia toma en distintas partes del país. En algunas partes la emergencia se manifiesta en el hambre, que ya nos acosa, y la acción organizada será muy distinta a la tienen que realizar quienes defienden su territorio ante una trasnacional minera, caciques o criminales. Cada grupo, cada comunidad, puede declarar su propia emergencia y desde ahí eslabonar y articular su acción con otros en situación semejante. Será esté un desafío al coraje, tanto como a la imaginación, y un ejercicio de soberanía popular.

El movimiento como tal no se pronunciará en relación con las elecciones, salvo para denunciar su carácter antidemocrático y la evidencia de que su resultado, cualquiera que sea, no representará un camino de transformación que ponga fin a la guerra y atienda la emergencia. El movimiento no impulsará la abstención, el voto en blanco o cualquiera de las formas en que la gente está manifestando su inconformidad con los candidatos, los partidos políticos y el proceso electoral mismo.

Los asistentes al encuentro salieron de Cuernavaca satisfechos de los resultados de su trabajo intenso de esos días. Iban también preocupados por la responsabilidad que habían asumido, en innumerables tareas que se proponen realizar e incluyen la de la caravana en Estados Unidos, con el México Grande, que empezará pronto. Están conscientes que de su capacidad de enfrentar los desafíos inmediatos no sólo depende el destino del movimiento mismo. Como ha dicho Javier Sicilia, “las crisis que vivimos… nos colocan en estado de revolución, es decir, en la necesidad de un cambio profundo”. Es este un desafío a la comprensión y a la imaginación a partir del reconocimiento de que el cambio vendrá de abajo, de la propia gente, porque así es como los verdaderos cambios se producen.

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