La crónica más que un género es un debate, advierte el escritor Jorge Carrión en el prólogo del libro Mejor que ficción, crónicas ejemplares. Es un debate, porque no se puede definir. Lo único innegociable es que no debe haber un gramo de ficción, por lo demás hay ensayo, autobiografía, periodismo, testimonio, y también podemos encontrar poesía. No se le puede definir, no obstante, paradójicamente, cuando lees una crónica, sabes que es crónica, de algún modo sabes que es algo muy subjetivo, muy de gusto y de bagage lector de que recibe el texto, explica en entrevista.

El volumen, coeditado por Anagrama y la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), es el resultado de dos años de trabajo, en los que Carrión, escritor y profesor de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, se dio a la tarea de reunir 21 textos de autores de diferentes edades y nacionalidades. Mejor que ficción, el cual se presentó en la cátedra Anagrama de la UANL, es un recuento de la crónica de la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI.

El propósito fue encontrar un catálogo lo más amplio posible de la vigencia del género de no ficción. Son autores de generaciones distintas, nacidos desde la década de los 40 hasta los años 70. Hay variedad de estilos: crónica cultural, política, perfil, historia, crónica de viaje, sociológica, crónica sexual y también geográfica. Fue tratar de cubrir el mundo con crónicas localizadas en varias partes; hay crónicas de cuatro continentes.

Otro de los intereses esenciales fue que se ocupara de los cambios que ha habido en la crónica. “Pienso, por ejemplo, en un libro como Una luna, de Martín Caparrós, muy condensado, porque toma en cuenta que la crónica de hoy ya no tiene que hacer grandes digresiones sobre la historia, porque eso ya está en Wikipedia. Otro libro es Anatomía de un instante, de Javier Cercas, donde se describe obsesivamente un fotograma; a mí ese tipo de obsesión de la imagen repetida me parece un síntoma del cerebro de un telespectador después de las Torres Gemelas.

Mejor que ficción es un recuento de la crónica de la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXIFoto Francisco Olvera

“Otros rasgos de la crónica que se escribe en este siglo los encontramos en el periodismo digital, el hipervínculo, el uso de video, de links, de las grandes revistas digitales; eso es propio de nuestra época.”

Dentro de estas nuevas formas de hacer crónica se encuentra el cómic de no ficción. De modo que quizá tenemos que olvidarnos de crónica y de otras etiquetas que no acaban de definir nada, y hablar simplemente de ficción o no ficción.

Más que pensar en la posibilidad de que la crónica desaparezca “estamos en una época de coexistencia de todo tipo de formatos y discursos; es decir, de acuerdo que YouTube es nuestro modo más inmediato de acceder a un discurso audiovisual, pero eso no significa que no haya series de televisión o películas. Ocurre lo mismo con la crónica. Creo, por ejemplo, que el twit es una forma de circulación de la información muy de nuestra época, pero eso no excluye que la noticia, la columna de opinión o la crónica extensa o la entrevista de fondo no puedan coexistir. El ruido informativo constante, hace creer que se está informado, pero cuando se tiene la necesidad de profundizar en otros aspectos que se han visto alrededor, flotando, se agarran, y si se encuentra algo que lo explica, entonces se encuentra la media hora de lectura para leerla y aprender esa nueva información”.

La crónica no va a desaparecer, sólo se está transformando, todo cambia, todo muta, si comparas cómo se difundía la información en la Edad Media, oralmente, a como se difunde hoy, que lo hace básicamente de forma pixelada, se nota que lo que ha habido son mutaciones. No estoy de acuerdo en absoluto con el discurso de Vargas Llosa en su libro más reciente. Creo que todas las épocas se han visto a sí mismas como épocas en crisis, pero la mutación es lo más humano que existe. Así que la crónica va a encontrar sus mecanismos de transformación y sobrevivencia en el mundo digital.