El cantautor argentino está aquí para presentar su nuevo libro y una serie de conciertos
Lamenta que a los niños se les dé una visión demasiado catastrófica del futuro de la Tierra
Busca el compromiso con el medio ambiente al abordar el punto de mayor resistencia: la flojera
Domingo 29 de abril de 2012, p. 2
Un día, el escritor, actor y músico argentino Luis Pescetti veía unos documentales sobre la vida salvaje, donde un animal atacaba a otro. Pensó que el camarógrafo aventaría su cámara para salvar al animal atacado, pero no fue así: sólo lo grabó. Entonces se percató de que, por un lado, el documental era interesante
y, por otro, también algo cruel
, aunque parte de la vida.
Ahí me di cuenta de que había nacido el disparador de otra historia de Natacha y sus amigos
, comparte en entrevista Pescetti, quien se encuentra en México –país en el que ha radicado– para presentar su nuevo libro de literatura infantil, Nuestro planeta, Natacha (Alfaguara), y realizar varios conciertos, uno este domingo en el Centro Nacional de las Artes (CNA).
–Ahora Natacha y sus amigos buscarán salvar al planeta, la naturaleza y a la humanidad. ¿Cómo surgió este tema?
–Natacha es un personaje que ya conozco mucho, como conocer mucho amigas, mi abuela o mi tío. Y cuando se conoce mucho a alguien y se le enfrenta a situaciones nuevas, ya se sabe cómo va a responder.
Después de los documentales sobre la vida salvaje, recordé diversas imágenes bellísimas de la Tierra presentadas en fotos y videos.
Por ello, el narrador cuestiona que cada vez que se habla a los niños sobre el planeta se les presenten imágenes de fábricas y contaminación, para indicar que está en peligro.
“Pero los pequeños recién llegan al mundo y, en todo caso, aún no alcanzan a conectar qué relación hay. Es una visión demasiada catastrófica. Es como si te mostraran fotos de los dentistas con encías de sus pacientes malogradas, y te dijeran: ‘mira, para que cuando vayas a dar un beso sepas que tienes que cuidar tu boca’.”
Estrategias para niños
Lo mismo se hace, abunda, con la idea del planeta, que en realidad es algo hermoso
. Entonces, a los niños hay que enseñarles primero eso, mediante una estrategia de comunicación
especial para ellos.
Y pone un ejemplo: “Si tienes miedo a volar y te pongo a un piloto entrenado, de guerra, para que te ayude a vencer ese miedo, lo único que lograré es que te sientas peor. Pero si te pongo a un cuate que tiene miedo como tú, o más, al rato vas a terminar diciéndole: ‘ya aliviánate, vamos a intentarlo los dos’”.
Entonces, precisa, “si quiero que los niños se comprometan a cuidar la vida, comienzo por el punto de mayor resistencia, que es la flojera, el: ‘ya saquémonos este trabajo de encima’ o el ‘miss ya hice el trabajo’, y sólo había escrito dos renglones, o el ‘desmayarse’. Es el mismo efecto del miedo a volar”.
–Otro tema fundamental en el nuevo libro es el de la decisión a convivir con el otro, el desconocido, el diferente. Natacha y sus amigos tienen que conocer a los niños de otra escuela, y eso les genera miedo.
–Ese también es un súper tema y disfruté mucho trabajarlo. No arranco desde el punto de llegada: el otro es alguien que puede enriquecer tu vida. Arranco desde el prejuicio: Para qué, si ya nos conocemos entre nosotros
, se van a burlar de nosotros
, si uno se burla, yo le rompo la cara
. O sea, se aceleran, y en el fondo es el miedo al otro, a lo desconocido, y la pereza.
“Todo mi camino al escribir es el recorrido entre los que, primero, veías como peligrosos y te daban miedo, y después, terminan siendo gentes que, por ejemplo: ‘¡Sus papás hacen cómics!’, ‘¡Está buenísimo eso!’ Se trata de una invitación a que el otro puede ser bueno o atractivo, pero no es una invitación ingenua.”
–Presenta también la cuestión del amor y el enamoramiento entre los niños. ¿Cómo lo aborda desde la creación literaria?
–Lo veo desde dos puntos de vista: como docente y como papá. Como docente eres testigo de las cosas que pasan. Y como papá, a mí no me gustaría que alguien que escribe para niños esté alentando eso. Todo llega, sin apuro.
En la escuela hay toda la gama de niños, desde el más lento hasta el que se pasa de vuelta. Todo les llega y los chavos son cualquier cosa menos ingenuos. Entonces, cuando escribo tengo ese doble oído, por decirlo de algún modo.
Escribo sobre lo que me impacta
–Es singular el lenguaje que maneja en los libros para niños, que también utiliza en sus espectáculos ¿Cómo logra reflejar el habla de los pequeños, sobre todo porque su obra se basa en diálogos?
–A veces oigo pedacitos de diálogos entre los niños, o yo tengo diálogos con ellos, y trato de reconstruir cómo podrían darse. Yo digo que Natacha es una cámara a la altura de los niños cuando no hay adultos presentes.
–Pareciera que las pasiones humanas de los adultos también se dieran entre los niños: amor, desamor, solidaridad, odio, venganza, miedo y valor. ¿Sería así, y cómo influye eso en su literatura?
–Sí, es como los mitos griegos. Una sesión en el Senado, los mitos griegos o una escena en una vecindad; es lo mismo. Yo escribo sobre lo que me impacta, es la guía que me mueve a escribir. Si no me mueve a escribirlo, por más que considere que es importante, no lo hago, porque sonará forzado.
Por otra parte, de lo que me mueve trato de escribir sobre lo que es común, no sobre lo que es un hecho raro. Hay hechos muy raros, las noticias están hechas en base a hechos raros. Pero luego hace que te confundas con que eso es la vida cotidiana. Y la vida cotidiana no es las noticias. Sí me siento en la obligación de ser un testigo fiel, pero no todas las veces.