El comportamiento de las iglesias durante un proceso electoral debe ser de imparcialidad, aseguró Bernardo Bátiz Váquez, quien remarcó que ello no quiere decir que los credos no puedan manifestar interés en los comicios y los candidatos, acercarse a ellos o incluso invitarlos a que expongan sus planes de gobierno, como ya lo han hecho católicos y evangélicos.

Durante la Cátedra Religión y Sociedad que se realiza en el Centro Universitario Cultural, el también articulista de La Jornada insistió en que los credos tienen que ser “totalmente imparciales en materia política y no deben caer en la tentación de, a través de sus ministros, incidir en los feligreses o establecer acuerdos con aspirantes o con el gobierno en turno.

El ámbito de actividades de las iglesias no debe insertarse en el círculo de la política, ellas tienen su propio sector de acción que es de carácter espiritual; deben mantenerse imparciales sin que eso signifique falta de interés, pues los mismos súbditos de la iglesia son súbditos del Estado, entonces es natural que las iglesias estén interesadas en lo que está pasando y quieran escuchar a los candidatos. Lo que no me parece aceptable es que se inclinen por uno u otro o que aprovechen la posición de dirigentes de carácter espiritual para inclinarse en un sentido o en otro. Debe haber mucha prudencia por parte de las iglesias.

En entrevista, el ex procurador de Justicia del DF enfatizó que en el contexto del Estado laico del país, los ministros de culto tampoco deben caer en la tentación de inducir a sus fieles a que voten por alguno de los candidatos y rechazó el establecimiento de acuerdos de cualquier índole entre los gobiernos y los credos, porque cada uno tiene su propio rango de actividades, sus mecanismos y finalidades y fines específicos, los cuales en algún momento dado pueden coincidir, pero no debe haber componendas entre ellos ni menos arreglos escondidos.

Con esto coincidió Miguel Concha, defensor de derechos humanos y fundador del Centro Fray Francisco de Vitoria, quien precisó que las iglesias para realizar su labor no tienen por qué andar buscando componendas con el Estado, ni el Estado buscar arreglos con las iglesias.