Detrás de tan dolorosa determinación
está la crisis del país, afirma Carlos Pablos
Walter Gruen comenzó el proyecto de esa tienda de discos y librería en los años 50 del siglo pasado
La competencia desigual de las grandes cadenas, otra de las causas, dice su propietario
Miércoles 18 de abril de 2012, p. 3
El cierre de Sala Margolín es inminente e irreversible. Así lo anunció ayer, con pesar, Carlos Pablos, propietario de tan sui generis tienda de discos y librería, que en seis décadas de existencia se convirtió en uno de los referentes culturales de la ciudad.
Éste es un negocio casero; aquí vendemos discos y regalamos los pocos o muchos conocimientos de los que disponemos
, sostuvo el empresario y promotor cultural en entrevista con La Jornada –se resistía a hablar del tema–, pues no se trata de una fiesta, sino de un sepelio
.
Al fin, aceptó por el respeto y cariño que profesa por este proyecto (industria cultural, sería la denominación en términos contemporáneos), fundado alrededor de los años 50 del siglo pasado por Walter Gruen, esposo de la pintora Remedios Varo, y al que Pablos se incorporó como socio en 1965.
Aunque son varias las causales detrás de esta dolorosa determinación
, sin duda la principal es de índole económica, en particular la crisis del país y la desigual competencia de las grandes cadenas de tiendas de discos, como Mixup y librerías Gandhi.
Debacle desde hace seis años
De lo anterior dio testimonio el melómano Luis Pérez, quien ha mantenido estrecha relación con Sala Margolín desde hace casi 45 años, primero como cliente, de 1968 a 1988, y desde 1989 como colaborador.
La debacle comenzó a acentuarse alrededor de hace seis años, cuando los clientes y las ventas comenzaron a disminuir sensiblemente y con ello los niveles en el surtido. Es un círculo: al tener menos surtido, se vendía menos y eso obligaba a que tuviéramos menos mercancía, por lo cual los compradores dejaron de venir
, explicó el también crítico musical.
Hemos operado con números rojos de sangre, y Carlos (Pablos) ha tenido que sacar de su cartera para mantener esto a flote por los menos desde hace cinco años. La situación se agudizó en los dos anteriores, sufrimos una caída muy fuerte.
Para mantener el proyecto, a lo largo de este sexenio se han estudiado diversas alternativas, desde promover la participación de inversionistas hasta abrir o asociarse con un restaurante o café, señalan los entrevistados.
Todo ha quedado en meras especulaciones y utopías, y la única opción real es cerrar y vender el edificio
, aceptó con tristeza Carlos Pablos, quien aún no tiene fecha para que eso ocurra.
Depende de los compradores, pero incluso si éstos no llegan, no podemos mantenerlo abierto por mucho tiempo
, y aclaró que la mayoría de la mercancía existente será regresada a los distribuidores, por estar en consignación.
Sala Margolín adquirió prestigio y fama como una tienda en la que podían conseguirse las novedades del momento, así como grabaciones no disponibles en el país o de gran rareza. Lo mismo ocurría con libros y hasta partituras.
Su época de auge fue ubicada por Carlos Pablos y Luis Pérez en los años 70, no sólo por sus altos márgenes en ventas, sino por ser uno de los principales puntos de encuentro de los ámbitos cultural y político del país.
Entre los clientes recurrentes figuraron los premios Nobel de literatura Octavio Paz y Gabriel García Márquez, así como los también escritores Álvaro Mutis, Hugo Gutiérrez Vega y Adolfo Castañón.
Del mundo de la música de concierto, esa lista incluía al director Eduardo Mata, los compositores Raúl y Mario Lavista; los pianistas Eva María Zuk, Silvia Navarrete y Alberto Cruzprieto.
De los políticos se pueden contar a los ex presidentes Miguel de la Madrid y Ernesto Zedillo; a Carmen Romano, cuando su esposo, José López Portillo, ocupaba la Presidencia de la República, y al asesinado candidato presidencial Luis Donaldo Colosio.
Entre las múltiples anécdotas del lugar destaca la visita que hizo de forma anónima la actriz estadunidense Greta Garbo, quien fue descubierta una vez que firmó el voucher con su compra y salió de forma apurada para abordar una limusina.
Aunque la especialidad de Sala Margolín es la música clásica, se abrió a géneros como los populares, y así sus estantes, en los años 70, fueron los primeros del país en recibir a la Nueva Trova Cubana, a la canción de protesta y el folclor latinoamericanos, así como géneros populares de Europa y del país.