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Hace diez años era la economía milagro de la UE; hoy, su clase media se extingue

22 por ciento de españoles, en la pobreza; otro 25 por ciento, al borde de ella: estudios

Profesionistas viven de la asistencia pública

Riesgo de exclusión social, dice la Cruz Roja

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Una mujer que no puede pagar la hipoteca de su casa inició esta semana una huelga de hambre frente al banco Bilbao Bizkaia Kutxa, en Barakaldo, ante un aviso de desalojo inminenteFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 8 de marzo de 2012, p. 37

Madrid, 7 de marzo. Mis hijos tienen hambre y yo estoy desesperado viviendo un auténtico infierno que nunca imaginé, pero ya ves, ahora estoy a la espera de que me regalen un kilo de arroz, un poco de leche y un mendrugo de pan para ir tirando en la semana, explicó Javier SC, arquitecto español, de 47 años, mientras hacía fila en un comedor de asistencia social de Madrid.

La crisis económica que inició en 2009 ha hecho estragos en el tejido social español, que en pocos años ha pasado de una aparente riqueza y prosperidad a estar entre las naciones más pobres de la Unión Europea (UE) y, lo más grave, con las peores perspectivas.

Jóvenes sin futuro, familias desesperadas porque todos sus miembros están sin trabajo, ancianos que de un día para otro se quedaron sin la asistencia básica para subsistir con dignidad, profesionistas, ingenieros, abogados, carpinteros o albañiles se han convertido en parados (desempleados). La radiografía de la sociedad española después del estallido y auge de la crisis económica que azota al mundo desde hace cuatro años es desoladora, con cifras que asustan hasta a los más optimistas.

Según informes de varios organismos, en España 22 por ciento de las familias viven en la pobreza, pero lo más inquietante es que otro 25 por ciento está al borde de convertirse en nuevos pobres españoles. Es decir, 47 por ciento de la sociedad estaría al borde o sumida en la pobreza.

Hace sólo una década España era vista como la economía milagro de la UE y del conjunto de las naciones occidentales. Su receta fue exportada y analizada por diversos gobiernos –incluido el de México– que vieron en el crecimiento sostenido y en la transformación a un país moderno un ejemplo a seguir.

Pero el castillo de naipes se derrumbó. En gran parte porque el modelo de crecimiento de la economía española privilegió al sector de la construcción, que a la postre fue el más afectado por la crisis. Las medidas neoliberales y la desaforada construcción de vivienda y obra pública en todo el territorio arrastraron al país a una situación inédita, en la que los dramas sociales aumentan día a día.

Como el que relató Javier SC, a La Jornada mientras esperaba recibir su despensa semanal. Como el que llevan a cuestas miles de personas que día a día acuden a los comedores sociales o a los centros de asistencia. Y no son, ni de lejos, los sin techo o mendigos que hace unos años eran los principales destinatarios de estas ayudas. Ahora hay sobre todo gente de una clase media que se extingue, ex trabajadores que hoy están en la calle, incorporados de lleno a las estadísticas de la nueva pobreza española.

Javier SC prefiere guardar el anonimato. Hace sólo dos años ganaba mucho dinero. Pero el negocio de la construcción se vino abajo; me quedé sin empleo y en unos meses el banco me embargó por la hipoteca, los ahorros se fueron acabando y ahora sólo espero un milagro para salir de ésta.

O el caso de Marc Bollo, de 24 años, quien forma parte de un colectivo que lejos de avergonzarse de formar parte de la nueva pobreza española, la exhibe como prueba del fracaso del modelo económico y de la necesidad de dar un giro de 180 grados al sistema.

Vivo con mi madre en un piso de alquiler en Barcelona. Este año mi nómina es de unos 500 euros al mes. De éstos, la tercera parte son para los estudios. Ahora me encuentro ante la posibilidad de que el próximo año no pueda matricularme de nuevo para poder estudiar lo que quiero y, además, siento que desde la sociedad en la que vivimos no se hace nada para cambiar la situación. Los ricos son más ricos y los pobres son más pobres. Yo no me quejo de tener que hacer malabares con mi madre cada fin de mes, el hecho es que tengo vivienda y un plato de comida en la mesa cada día, pero si la cosa no cambia no sé qué puede pasar en el mediano o largo plazos. Este sistema nos ha llevado a la situación actual y nos quieren hacer creer que ellos mismos nos sacarán de ésta.

Otro caso es el de Virginia, de 33 años, madre soltera de una bebé de 15 meses. “Estoy en paro sin cobrar ni prestación ni subsidio ni nada. Soy filóloga inglesa, trabajé como secretaria desde que terminé la carrera en 2003. En 2009 monté una empresa que luego tuve que traspasar, o más bien regalar, con lo que no saqué ni para devolver el dinero que me prestaron para crearla. Desde hace siete meses mi hija y yo vivimos con mi madre que tampoco cobra ninguna prestación, y se me cae la cara de vergüenza cada vez que le compra a mi hija ropa, comida y juguetes que debería comprarle yo. Llevo unas 10 entrevistas de trabajo en las que siempre me dicen: ‘ya te llamaremos’, no puedo hacer cursos porque no los puedo pagar y el gobierno se empeña en abaratar el despido en lugar de premiar las contrataciones, sobre todo de jóvenes”.

Uno de los responsables de dar de comer y de asistir a los nuevos pobres españoles explicó: “la gente que viene ha cambiado, antes eran sobre todo homeless (personas sin casa) y ahora vemos a gente relativamente bien vestida, pero que a pesar de tener un techo su sueldo no les alcanza para comer. Cuando tienen sueldo, claro”.

Organizaciones de asistencia social no públicas, como Cáritas, informaron que en los últimos cuatro años de crisis la petición de ayuda se ha disparado más de 300 por ciento. Otra organización como la Cruz Roja Española informó que de las personas que atiende, seis de cada diez no son marginados ni provienen de familias destruidas, sino desempleados que poco a poco se han ido sumiendo en un pozo de desesperación, hambre y miseria.

Si la situación económica no mejora, es probable que esta gente, que ahora sufre un riesgo de vulnerabilidad moderado, pase de nivel y se acerque un poco más a la exclusión social, explicó el coordinador general de la Cruz Roja Española, Antoni Bruel, quien además advirtió que “hasta hace dos años, el problema principal de las personas atendidas era de tipo social (vejez, drogadicción, cárcel), pero ahora es la economía lo que los hace más vulnerables.

Es el rostro más dramático de una crisis que en Europa castiga sobre todo a países como Grecia, Portugal, Irlanda, Italia, España y Bélgica. De hecho se ha intentado trazar el perfil medio del nuevo pobre europeo, que según varios estudios desarrollados por universidades como Cambridge o La Sorbona, advierten que es hombre o mujer menor de 40 años que en su día tuvo algún empleo en los sectores más castigados por la crisis –la construcción y los servicios– y ahora depende de la asistencia pública para vivir.

Así lo cuenta Eric Lluent, de 25 años y promotor del portal Yo también soy pobre: Ahora, sin trabajo y sin acceso a becas para estudiar me encuentro con ingresos mensuales que rondan los cien euros (si hay suerte) y dependo de lo que mis padres puedan darme de vez en cuando. Desde los 19 he trabajado y he tenido un sueldo normal, ahora tengo que pedirle cinco euros a mi madre para ir tirando y se me cae la cara de vergüenza.

Y añade: la frustración y la impotencia ante un sistema político basado en el amiguismo y el privilegio hacen que cada mañana piense en dejar el campo de aquí lo antes posible. Formo parte de la generación perdida, aquellos jóvenes de veintitantos que nos hemos quedado en la cuneta de una sociedad que cada vez vemos menos nuestra y que identificamos como el enemigo. Para nosotros ya no hay futuro en Cataluña. Nuestras vidas no han sido truncadas por una guerra civil o una dictadura. A nosotros nos ha matado el mejor sistema económico y político de la historia, como dicen en las escuelas y universidades. Lo que no entiendo es cómo los políticos de este país (sea cual sea su color) pueden dormir con la conciencia tranquila. Espero no entenderlo nunca.