Demandaban la renuncia de García Luna y el regreso del Ejército a los cuarteles
Muestran el repudio ciudadano a la guerra desatada por Felipe Calderón, afirman
Domingo 29 de mayo de 2011, p. 31
Activistas del colectivo Paremos las balas pintando las fuentes y miembros de la logia masónica Independencia No. 2, tiñeron de rojo grosella las aguas que bañan la estatua de la Diana Cazadora en el Paseo de la Reforma.
Al filo de la una de la tarde y para asombro de miles de automovilistas y transeúntes que circulaban ayer por la arteria más importante del Distrito Federal, los chorros de espuma que danzan en torno de la obra de Juan Olaguíbel se convirtieron simbólicamente en borbotones de sangre.
Con cartulinas que reproducían el emblema de la campaña No más sangre, demandaban la renuncia de Genaro García Luna y el regreso del Ejército a sus cuarteles, los activistas caminaron en torno del monumento gritando consignas como ¡Ni un muerto más!
y ¡Fuera Calderón!
Transcurridos 20 minutos llegaron patrullas de la policía capitalina y oficiales del cuerpo de granaderos para tratar de sofocar la protesta. Pero los manifestantes les explicaron que su acción era pacífica y sólo pretendían extender el repudio ciudadano a la guerra desatada por Felipe Calderón.
Desde las aceras de Reforma, quienes visitaban las casetas de la Feria de las Culturas no disimulaban la sorpresa que les causó el hecho ver a la Flechadora de las estrellas del norte, como la llamó el arquitecto Vicente Mendiola, asediada por aquella lluvia de sangre de teatro.
Ante la presión de los uniformados, los activistas formaron una hilera y se limitaron a recorrer, ellos también, la feria gritando sus consignas y mostrando sus cartulinas.
“Hay una narcofosa debajo de la Diana Cazadora y el agua que brota del fondo de la tierra se tiñe de sangre y por eso se ve así”, explicaba el dirigente masón Rafael Maldonado, a quienes con la cámara fotográfica de sus teléfonos celulares captaban imágenes del insólito espectáculo.
Todo terminó cuando media hora más tarde alguien, desde el Gobierno del Distrito Federal, ordenó cerrar las llaves de la fuente. Pero entonces, mientras mucha gente aplaudía y gritaba ¡Ganamos, ganamos, se acabó la guerra!
, los manifestantes acusaron a Marcelo Ebrard de intentar encubrir una realidad que ya es inocultable.