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La Orquesta Sinfónica de Jalapa cerró en el Centro Histórico su primera temporada del año

Cientos se conmovieron con la Gran misa de difuntos, de Berlioz, en la Catedral

En el concierto participaron los coros Femenil Soñando Hadas, el de Cámara del estado de Veracruz Altus Coro, el Cantus Hominum y el de la Universidad Veracruzana

 
Periódico La Jornada
Lunes 18 de abril de 2011, p. a12

La Orquesta Sinfónica de Jalapa se sumó a las protestas por la violencia que impera en el país con el agónico y solemne réquiem de Berlioz, que ejecutó la lluviosa noche del sábado, en la Catedral Metropolitana.

La Gran misa de difuntos (Réquiem), que se escuchó hasta el último rincón del principal recinto religioso del país, convocó a cientos de personas que esperaron pacientemente el inicio del concierto, el cual tuvo se pospuso por la tormenta que también afectó al Centro Histórico.

Una persona, sentada en las bancas del templo, comparó: El tremendo aguacero es como el llanto por las víctimas y parece que acompañará todo el tiempo este concierto.

La orquesta, dirigida por el maestro Fernando Lozano, se ubicó en el atrio y en las puertas laterales del recinto, dirigidas a los cuatro puntos cardinales. La Gran misa de difuntos, opus 5 se escuchó durante 90 minutos y constó de los movimientos Réquiem et Kyrie, Dies irae-Tuba mirum, Quid sum miser, Rex tremendae, Quaerens me, Lacrymosa, Offertorium, Hostias, Sanctus y Agnus Dei.

Un día antes (el viernes) el réquiem de Berlioz se presentó en Jalapa; la del sábado fue la primera interpretación que se hace en la Catedral Metropolitana, y la tercera a escala nacional.

En la misa de muertos participaron 280 artistas en escena, entre la orquesta, el solista Leonardo Villeda y cuatro coros: Femenil Soñando Hadas, el de Cámara del estado de Veracruz Altus Coro, el Cantus Hominum y el de la Universidad Veracruzana.

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La orquesta, dirigida por el maestro Fernando Lozano, se ubicó en el atrio y en las puertas laterales del recintoFoto Roberto García Ortiz

El réquiem de Berlioz tuvo su primera audición en París en diciembre de 1837; de esta obra se dice que es paradigma del sentimiento romántico-terrorífico en torno a la muerte.

En el programa de mano se lee: “La Gran misa de difuntos, de Berlioz, es el fatalismo en su más pura esencia; torturante expectación hacia el momento en que se decidirán la salvación o la desaparición eternas”.

El réquiem se caracteriza por el tremendismo coral e instrumental para la descripción del juicio final (Dies irae) y la trompeta anuncia la resurrección de los muertos.

La estremecedora ceremonia ideada por Héctor Berlioz (1803-1869) nada tiene que ver con el ritual compasivo que la Iglesia destina a los muertos, aunque emplee palabra por palabra el texto de la liturgia.

Otra referencia sobre esta misa es que Berlioz creó el texto embargado de una especie de furia. Mi cerebro parecía a punto de estallar bajo la presión de la efervescencia creativa. Apenas había esbozado una idea, de inmediato me venía la siguiente.

Estos conceptos sobre la agonía y la desesperación que mantenía el compositor confluyeron la noche del sábado con los músicos y los coros que manifestaron el dolor y la impotencia por las víctimas de la violencia en México.

La Orquesta Sinfónica de Jalapa es la más antigua de México; con esta presentación en el Centro Histórico cierra la primera temporada de 2011, Pasión por la música.