La cobertura universal en salud, ampliamente publicitada por el gobierno federal, es virtual, de registro; no es de acceso real a la salud para los mexicanos, pues no hay abasto de medicamentos ni atención médica oportuna, consideraron miembros de organizaciones en defensa del acceso a la sanidad.

Guadalupe Campoy, directora general de la Asociación Mexicana de Fibrosis Quística, afirmó que si bien cada vez hay más gente inscrita en el Seguro Popular o en instituciones de seguridad social, esto no significa que tengan cubiertas sus necesidades médicas.

Consideró que las personas afiliadas a algún sistema de seguridad social “pueden tener acceso a alguna revisión médica de rutina o a medicamentos para enfermedades normalitas”, pero no es el caso de males menos frecuentes.

Dijo que alrededor de la mitad de los afiliados a la asociación que dirige se atiende en el IMSS o ISSSTE; aun así, siguen gastando dinero porque a menudo tienen que financiar sus medicamentos.

Por ejemplo, la fibrosis quística, dijo, cuesta a un paciente en estado no grave unos 40 mil pesos al mes.

El jueves pasado, el director general de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros, Recaredo Arias, afirmó que 48 por ciento los mexicanos paga de su bolsillo los gastos médicos debido a las insuficiencias y deficiencias en la atención de las instituciones de seguridad social.

Adrián Quiroz, presidente de Salud, Derechos y Justicia, AC, expresó que en México el sistema de aportación tripartita de la seguridad social es muy oneroso, pues de todas formas hay dilación en los servicios y desabasto de medicamentos.

El activista afirmó que, pese a tener garantizados los antirretrovirales, hasta 80 por ciento de los 24 mil pacientes con VIH derechohabientes del IMSS debe gastar en medicamentos complementarios de su tratamiento, estudios de laboratorio o alguna interconsulta, debido a las largas lista de espera.

Quiroz también se refirió al costo indirecto en salud que deben pagar los mexicanos y que nadie está midiendo: es el costo del usuario haciendo filas, estar yendo y viniendo a la clínica para ver si le dan el medicamento y hasta faltar un día al trabajo.

Antonio Vital, líder de la Alianza de Trabajadores por la Salud y Empleados Públicos, afirmó que los jubilados del ISSSTE destinan hasta 40 por ciento de su pensión a comprar medicinas.