Jueves 7 de abril de 2011, p. 25
Ajdabiya, 6 de abril. Fatá Younes fue cáustico en su condena a la OTAN. Nos ha decepcionado. La OTAN se vuelve nuestro problema: si no trabaja con propiedad, pediremos al Consejo de Seguridad que suspenda su trabajo
.
Así se expresó la noche del martes en una atestada conferencia de prensa en Bengasi. Este miércoles Younes realizó una de sus contadas visitas al frente, con una escolta de guardias de seguridad occidentales, mientras cundía el escándalo por sus comentarios. Al parecer al jefe de las fuerzas rebeldes no le gusta viajar por zonas riesgosas sin su recién adquirido equipo extranjero de protección.
La relación entre los aliados en la guerra civil en Libia se ha vuelto frágil. El gobierno de oposición acusa a sus patrocinadores estadunidenses y europeos de no hacer lo suficiente, mientras la evidencia en el campo sugiere que los rebeldes no son capaces de hacer gran cosa contra las fuerzas de Muammar Kadafi sin ayuda de la coalición internacional.
Detrás de las recriminaciones sobre el desempeño de la coalición está el hecho de que el gobierno opositor está muy dividido y sus dirigentes metidos en luchas intestinas.
El general Younes ha buscado asumir el papel del comandante nacionalista dispuesto a plantarse frente a los poderosos estados extranjeros. Pero el hombre a quien Kadafi llamaba amigo y que fue su ministro del Interior es visto con recelo por muchos en el movimiento disidente.
El militar se ha enredado en una lucha por el poder, que en algún momento parecía haber ganado, con Jalifa Heftar, quien cortó antes que aquél sus nexos con el régimen y en fecha reciente retornó a Libia desde el exilio en Estados Unidos. El ex general Heftar asumió el mando del ejército rebelde por aclamación popular, según sus propias palabras, pero sus críticos afirman que en realidad se nombró solo.
Luego del desastroso desempeño de los combatientes rebeldes, que continuaron perdiendo terreno pese a que los ataques aéreos occidentales destruyeron buena parte de los vehículos blindados y la artillería del régimen en el frente oriental, se realizó una reunión de crisis en la capital rebelde, Bengasi, la cual descendió hacia las acusaciones y los insultos.
Se supone que Heftar fue removido al final de la acalorada sesión. Pero al parecer se ha negado a irse y dice continuar a cargo, realizando sus propias muy esporádicas visitas al cambiante frente de batalla.
Según funcionarios, hay poca coordinación entre Younes y Heftar; este último afirma estar bajo las órdenes directas de Omar Hariri, ministro de defensa de los rebeldes. Sin embargo, se dice que Hariri, ex prisionero político, tiene limitado entendimiento en asuntos militares y, según funcionarios, los dos jefes del ejército rebelde le hacen poco caso.
La resultante falta de cadena de mando y de coordinación fue patente este miércoles, mientras el general Younes realizaba su gira en una pick up japonesa seguido muy de cerca por guardaespaldas occidentales en otro vehículo.
Las fuerzas revolucionarias, abigarrada mezcla de combatientes voluntarios, los Shabaab, y personal militar desertor, se habían retirado 25 kilómetros de su anterior posición, en las afueras del puerto de Brega, luego de una batería de descargas de artillería y mortero de las tropas de Kadafi. El capitán Solimán Jawad, antiguo artillero que perdió la batalla por mantener a los Shabaab –unos con armas hechizas, otros desarmados– fuera de la nueva línea frontal, reconoció no saber quién era el comandante. “No he visto al general Younes hoy, pero el general Heftar estuvo aquí hace unos días. También los he visto juntos, así que es difícil saber cuál tiene mayor rango.
Sin embargo, nuestro mayor problema son los Shabaab. Algunos saben pelear, pero los demás propician el pánico y estorban el camino. Pero como no hay nadie que los dirija, ¿qué se puede hacer?
El capitán Jawad se guardó de respaldar las críticas de Younes a la OTAN. “No hemos visto muchos ataques aéreos en los días recientes –comentó–, pero son lo único que tenemos para protegerlos de los soldados de Kadafi. Sin ellos estamos indefensos.”
Un poco después, negras columnas de humo se alzaron cerca de Brega, luego de los ataques aéreos. Abdulá Yassin Alí, un shabaab de 23 años, no se mostró satisfecho. Creo que lanzaron dos bombas, no es suficiente.
Cuando se le preguntó por qué él y sus camaradas no avanzaban para enfrentar al enemigo, se mostró sorprendido. “Porque es peligroso –respondió–; podríamos resultar heridos. La OTAN es la que tiene que limpiar el terreno de hombres de Kadafi.”
Oficiales de la organización atlántica insistieron este miércoles en que la acción de sus aviones de guerra ha continuado, aunque las fuerzas del régimen han dificultado las operaciones al desplazarse con sus armas hacia centros de población. Pero, señaló el vocero Oana Lungescu en Bruselas, los hechos hablan por sí mismos. El ritmo de las operaciones no se ha detenido
.
El ministro francés del exterior, Alain Juppé, concedió que la posición de las ciudades en poder de los rebeldes –sujetas todos los días al fuego de artillería y fusileros del ejército– era intolerable, pero advirtió que era muy poco más lo que podía hacerse por el momento. “Hemos solicitado formalmente que no haya daño colateral entre la población civil –señaló–. Es obvio que eso dificulta las operaciones.”
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya