El historietista de esta casa recibe el reconocimiento La Catrina de la FIL
Sábado 4 de diciembre de 2010, p. 6
Guadalajara, Jal., 3 de diciembre. Lo más difícil para el caricaturista es mantenerse. A cualquiera se le puede ocurrir una gran caricatura, pero poder hacer una caricatura publicable a lo largo de 27 años, es muy difícil. Sobre todo, lo que me importa es que durante todo este tiempo pude haber metido la pata muchas veces, pero nunca he sido deshonesto. Siempre he publicado lo que yo creo que tengo que publicar
, dijo Rafael Barajas Durán, El Fisgón.
El caricaturista de La Jornada recibe hoy el reconocimiento La Catrina, que entrega la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara para distinguir a los personajes importantes del mundo de la caricatura y la historieta.
Repaso de 27 años
Al hacer un repaso por su carrera, recordó que desde niño se interesó por la caricatura. Rius fue su primer maestro, cuando leía Los Supermachos y Los Agachados. Así fue que se empezó a interesar por la política, la historia, la economía y se dio cuenta que los cartones eran una herramienta fantástica para darse a entender.
Sus primeras caricaturas las hizo a los 12 años en su casa. Como todos los moneros, también caricaturizaba a sus maestros. Estudió arquitectura, siguió una maestría en sociología urbana y cuando la estaba terminando fue que tomó una decisión importante en su vida: continuar haciendo monitos.
A los 21 años entró al diario Unomasuno, donde primero hizo historietas, que las empezó firmando como Cuenta Gotas, porque así me salían las ideas: me salía una y después de muchos días salía la otra
.
En ese periódico, Magú dirigía el suplemento Más o menos, donde surgió El Fisgón. “Hacía historietas con un personaje que era un fisgón. Como hacemos todos en los primeros dibujos, nos autodibujamos. Yo dibujaba a un tipo narigón y me decían que yo me parecía a mi mono, por eso me pusieron El Fisgón. Me di cuenta que era un buen seudónimo para un caricaturista porque en español antiguo un fisgón es alguien que se burla demás”.
Después llegó la caricatura política, que la ejerce en La Jornada. A lo largo de 27 años de carrera ha publicado más de 15 libros de historietas, de historia de la caricatura y ha ilustrado más de 20 libros de autores como Elena Poniatowska.
En sus dibujos ha tratado temas como la defensa de los derechos humanos, sociales y sindicales, así como la democracia y el petróleos.
“Los caricaturistas desafortunadamente vivimos de las desgracias del país. Esa es nuestra materia prima del trabajo. En la medida en que un político dice una estupi-
dez, nosotros resolvemos el día. Así funciona el humor y la caricatura. Ahora el país va muy mal, es un desastre, hemos ido de crisis en crisis y estamos frente a un periodo de desmantelamiento del Estado mexicano. Vivimos un proceso de guerra del opio, en el cual ya tienes la amenaza muy concreta de que nos quieran aplicar en México una suerte de Plan Colombia. La amenaza viene ni más ni menos de Hillary Clinton. Ese plan fue la reorganización de los aparatos de seguridad del Estado colombiano a manos de Estados Unidos y la reorganización del territorio y los recursos naturales a beneficio de las multinacionales”, dijo.
Aseguró que hoy los caricaturistas tienen más libertad para publicar y esto se debe entre otras cosas a “que el Estado se cae a cachitos, ya no tiene los controles que alguna vez tuvo. También se debe a que ha habido un pleito enorme por sectores de la prensa y de la ciudadanía por ampliar los márgenes de lo que se puede decir en el país. En ese sentido vamos ganando. Además tenemos el hecho de que hay nuevas tecnologías que hacen la censura inviable. Si tienes a Wikileaks, ¿cómo censuras?
“Lo que ha ocurrido es que se ha dado un cambio en el eje, en los mecanismos de cómo se controla la información. Lo que ahora tenemos son una serie de monopolios y consorcios mediáticos muy poderosos que definen la agenda nacional. Ellos dicen qué se discute y qué no. Al final de cuentas sale toda la información y lo que es un hecho es que la televisión define la agenda del país.
Vivir y divertirse
Las satisfacciones por su trabajo, El Fisgón las recibe cuando sus caricaturas tienen un impacto en algún sector de la población y alguna influencia positiva. En ese sentido, recordó la siguiente anécdota: “Cuando se dio la huelga del Consejo Estudiantil Universitario (CEU), en 1985, nosotros apoyamos el movimiento, estuvimos con los estudiantes. En un momento dado, llegó una crisis compleja porque el movimiento ganó, pero había un sector que no quería levantar la huelga y si no la levantaban el movimiento perdía.
“Nos organizamos los caricaturistas de La Jornada porque habría una serie de asambleas al día siguiente en las que se decidiría qué harían con la huelga. Nosotros argumentamos en una caricatura, que empezaba con un caricaturista y seguía con otra, que habían ganado, que se debía levantar la huelga. Esas caricaturas fueron utilizadas como argumentos en las asambleas y la huelga se levantó. Si no se levantaba, el movimiento se iba al traste. Allí piensas que realmente tiene sentido ejercer el oficio.”
Uno de los tiempos más difíciles fue durante la segunda etapa de publicación de la revista El Chamuco. “Hemos tenido amenazas. Cuando estábamos por sacar la segunda época de El Chamuco, en 2007, recibimos amenazas absurdas que estaban disfrazadas como amenazas del narco, pero claramente eran de un sector político, de la derecha. Todavía no tocábamos el tema del narco”
El Fisgón resume su profesión: La carrera del caricaturista es generosa. Tenemos un oficio que nos permite vivir de divertirnos. Yo no hago nada que no me divierta
.
(La entrega de La Catrina es este sábado, a las 13 horas, en el auditorio Juan Rulfo de la Expo Guadalajara.