Mark Kleiman, especialista en políticas públicas para contener la delincuencia, consideró que en la lucha contra el narcotráfico, la sociedad debe jugar un papel más activo, ya sea informando a las autoridades sobre las actividades de los grupos ilícitos o realizando manifestaciones en las calles.

Profesor de la Universidad de California en Los Ángeles, consideró que este es el momento en que los ciudadanos pueden movilizarse y trabajar con el Estado en lugar de sentarse nada más a criticar. En entrevista con La Jornada, refirió que cuando asesinan a alguien la reacción del público es decir “‘otra vez está fallando Calderón’; no la emprenden contra los asesinos y eso crea una condición muy favorable para los delincuentes”.

Tras dialogar con autoridades del sector judicial del país, el especialista estadunidense señaló que la población del norte del país debe decidir si tolerará las condiciones de violencia e inseguridad en que se encuentra o insistirá en un cambio.

Señaló que no sólo se requiere un liderazgo del lado del Estado, sino también de la sociedad. Tal vez la Iglesia está preparada para tomar la palabra, a la mejor los sindicatos o los partidos políticos, añadió.

Sin llegar a señalar que en México hay un Estado fallido o desaparecido, refirió que hay zonas del territorio nacional, donde las funciones institucionales no se están dando de forma ordinaria.

Asesor de gobiernos locales, estatales y el federal en Estados Unidos, en temas como la creación de políticas antidrogas y de control del crimen, Kleiman destacó que el tema del narcotráfico no es el mero flujo de las drogas, sino que hay mucha gente armada de manera ilegal y tanta corrupción.

Sugirió concentrar el ataque oficial en los grupos que realmente son una amenaza. Quizá escoger a uno de los cinco grandes cárteles y enfocar las baterías en su contra, en la teoría de que se puede crear una desventaja competitiva tal, que lo fuercen a salir del negocio y se cree un incentivo para que los otros grupos reduzcan sus narcoactividades por miedo a convertirse en el próximo objetivo central del Estado.