Cinco años después de aprobado, no ha conseguido sede para el campus Cuajimalpa
un pasito adelante y tres atrás, afirma el rector
Si no hay una solución rápida pensaremos en otras opciones
, expresa Fernández Fassnacht
Martes 11 de mayo de 2010, p. 35
Sin lograr una sede definitiva para la cuarta unidad académica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), y ante una creciente demanda de ingreso a la institución, Enrique Fernández Fassnacht, rector general de esa casa de estudios, afirmó que sin una solución rápida
para empezar la construcción del campus Cuajimalpa pensaremos en otras opciones (para el terreno)
. Agregó que, a cinco años de creada y con menos de mil estudiantes inscritos, sentimos que damos un pasito para adelante y nos hacen dar tres para atrás
.
Aseguró que a pesar de que la UAM tiene un enorme potencial
para elevar la matrícula con las unidades Cuajimalpa, aprobada en abril de 2005 por el Colegio Académico, y Lerma, creada en mayo de 2009, la institución sólo cuenta con 47 mil alumnos en licenciatura y posgrado, pero si construimos los nuevos campus con la celeridad debida la capacidad de atención podría incrementarse hasta en cerca de 80 mil estudiantes en menos de cinco años
.
En entrevista, Fernández Fassnacht explicó que el aumento sostenido de aspirantes a la universidad, debido al llamado bono demográfico, nos obligará a crecer, pero hay que hacerlo bajo esquemas de calidad y no sólo en cantidad
. Señaló que entre los obstáculos para incrementar la matrícula no únicamente está la falta de infraestructura, sino la concentración de solicitudes de acceso en unas cuantas carreras taquilleras
.
–¿Cómo se podría incrementar la cobertura?
–Es evidente que la demanda seguirá aumentando. Nosotros vamos a elevar la cobertura, pero primero hay que garantizar la calidad y luego la cantidad. No se trata de decir no a la atención de más alumnos, pero tenemos que asegurar que crecemos con calidad. Esto se alcanzará no sólo mediante la revisión de nuestras licenciaturas, en particular aquellas que tienen baja demanda, que en nuestro caso puede ser más de 10 por ciento de las 71 carreras, las cuales tal vez habría que rectificar o actualizar, pero donde tenemos mayor margen es a través de las nuevas unidades Cuajimalpa y Lerma.
–¿Cuál es el diagnóstico de la matrícula en la institución?
–Como ha ocurrido desde hace años y no sólo en la UAM, enfrentamos el reto de la concentración de solicitudes de ingreso en unas cuantas carreras. Hay una cantidad importante de jóvenes que se quedan fuera de la universidad precisamente porque quieren ingresar a las más saturadas. Es el caso de administración, derecho, sicología y medicina, entre otras. En tanto, tenemos orientadas a las ciencias y las ingenierías que no generan tanto interés y cuentan con una capacidad instalada menor a la demanda. Tenemos espacios para recibir más alumnos, pero primero necesitamos que más jóvenes se interesen por cursarlas.
–¿Qué falla en la elección de las carreras entre los jóvenes?
–Me gustaría decir que la orientación vocacional, pero conozco un caso en el que no funcionó. Yo. Cuando decidí mi carrera de ingeniería química, aunque tenía claro que quería estudiar una licenciatura de ese tipo, me inscribí en ella porque tenía la fila más corta de solicitantes. En mi opinión, tiene mucho que ver con el nivel de calidad de la educación básica y media superior. Hay rechazo constante a determinados campos del saber, como las matemáticas, y eso se debe a la ausencia de un mejor nivel educativo.
–A cinco años de la aprobación de la UAM-Cuajimalpa, ¿qué obstaculiza que el proyecto académico se concrete en un campus universitario?
–A mí, en lo personal, me desconcierta. Hubo circunstancias internas, posiblemente algunas equivocaciones, sin juzgar a nadie, pero después de todo diría que ya deberíamos estar construyendo. No quiero pensar que hay algún interés para que la UAM-Cuajimalpa no se instale en esa demarcación. Son dos terrenos en la misma delegación donde parece haber problemas. Hemos cumplido todos los requisitos y esperamos que la situación se resuelva, pero si no sucede rápido quizá tendría que empezar a pensar en otras alternativas.
–¿Buscar otro terreno?
–Sí, lo estamos haciendo. No nos hemos cruzado de brazos. Si ya tenemos todo listo, recursos y propuesta académica, a lo mejor podemos poner el proyecto de la unidad al mejor postor. Creo que habrá muchos interesados en dar a la universidad un espacio para construir el campus Cuajimalpa. A lo mejor está destinada a acabar como la UAM-Xochimilco, que se llama así pero se ubica en la delegación Coyoacán.
–¿La unidad Cuajimalpa consolidó su proyecto académico en estos cinco años?
–Tiene un modelo académico sólido. Egresó su primera generación de alumnos y cuenta con una de las mejores plantas docentes del país. El problema del campus debería ser un conflicto menor, porque tenemos proyecto arquitectónico, contamos con un terreno, con recursos por 700 millones de pesos para construir 50 por ciento de la unidad, y simplemente parece no caminar.
–¿Cuál es la situación del terreno para la unidad Lerma?
–Si hablamos de certeza jurídica absoluta sobre la posesión de algún predio, no habríamos construido ningún campus. La unidad está integrada al plan de desarrollo de la zona y el cabildo municipal ya lo aprobó. Lo único que esperamos es que se publique en el Diario Oficial. No sería certeza jurídica químicamente pura, porque hay amparos de comuneros que están en proceso. Se trata de un problema de posesión de la tierra en México, no exclusivo de la UAM, donde de improviso aparece un dueño y se hacen investigaciones muy largas.
–¿Eso podría frenar el inicio de las actividades académicas, programado para septiembre próximo?
–No. Aunque nadie está obligado a lo imposible, mi posición es comenzar en septiembre, no necesariamente en el terreno que tenemos, pero sí en la zona de Lerma, donde podremos empezar con dos o tres licenciaturas. Estamos analizando varias posibilidades, incluso adquirir un inmueble cerca del predio para comenzar ahí las actividades e iniciar la construcción lo antes posible, pues contamos con 350 millones de pesos para una primera etapa.
–¿Ya tienen definida la oferta académica?
–Hay una primera propuesta y la estamos revisando, pues empezar en septiembre implica publicar la oferta para recibir a los aspirantes, pero no vamos a quitar el dedo del renglón para convencer a los jóvenes que estudien carreras importantes para el país. Dependerá de si son bien recibidas por los aspirantes para establecer una posible matrícula, pero si iniciamos con 300 a 500 alumnos me sentiría tranquilo.