¿No que iban a dar de comer? Que cumplan, decía una de las 3 mil mujeres invitadas a la ceremonia en la que el presidente Felipe Calderón festejó ayer el Día de las Madres.

Beneficiarias de programas de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso) viajaron en autobuses durante la madrugada desde Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Hidalgo y el estado de México para participar en el festejo y al mediodía algunas no habían probado alimento.  

El acto denominado Madres del Bicentenario 2010 se prolongó más de lo previsto, porque el mandatario y su esposa, Margarita Zavala, llegaron con retraso de 15 minutos y dedicaron 20 minutos más a saludar a las asistentes que aguardaban su llegada en las vallas colocadas en el patio de El Paraguas, en el Museo Nacional de Antropología.

Hubo discursos, la proyección de un video, un número musical y mariachis que interpretaron Las Mañanitas. 

Cuando el Presidente comenzó su alocución se escucharon gritos desde el graderío: que cante, que cante, además de beso, beso. Así que Margarita Zavala se levantó de su asiento en el presídium, caminó unos metros hacia su esposo y ambos se dieron un beso en la mejilla, complaciendo al auditorio.

Después, Calderón señaló que las mujeres cumplen una doble o triple jornada, que muchas veces los hombres no la cumplimos.

Aprovechó para defender el programa de estancias infantiles de quienes decían que no iba a funcionar, que iba a ser muy costoso, que a la vuelta de dos, tres meses se iba a acabar. Señaló que actualmente suman casi 9 mil y atienden a 260 mil niños.

Participantes en el festejo denominado Madres del Bicentenario, en el Museo Nacional de AntropologíaFoto Marco Peláez

En la imagen que fue transmitida en dos macropantallas aparecía todo el tiempo la leyenda 381 mil 904 nuevos empleos.

Tras hacer un resumen de las acciones del gobierno en pro del sector femenino, el michoacano prometió que seguirán los apoyos y anunció que ése es nuestro regalo del Día de Madres.

Por ser el año del bicentenario mencionó a las mujeres que nos hicieron libres, como Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario y Gertrudis Bocanegra, así como las soldaderas y las adelitas.

Concluida la ceremonia se hizo un tumulto debajo de las gradas, porque algunas asistentes se arremolinaron para salir; sin embargo, el cerco que impuso el Estado Mayor Presidencial se los impidió durante unos 20 minutos, tiempo que Calderón y su esposa, Margarita Zavala, ocuparon para despedirse y tomarse fotos con las señoras.

Unas michoacanas que no pudieron acercarse a saludar a su paisano se quejaban de que sólo habían recibido un sándwich, fruta y jugo en el viaje, pero no habían desayunado. Otras lamentaban que no podían ir ni al baño, y esto se prolongó hasta que se retiró el Presidente y empleados de Sedeso organizaron el regreso a los camiones.