¿Podemos corregir el futuro?
n historiador bien entrenado y mejor pagado puede corregir el pasado. El futuro es un poco más difícil. El pesimismo se ha apoderado no sólo de los futurólogos, sino de los ciudadanos comunes y corrientes en México. El escenario previsible es que la decadencia se va a perpetuar. Regresará el PRI, la oligarquía lo apoyará, apretará clavijas y garantizará impunidades. Tendremos un lento derrumbe por los próximos 15 años.
¿Hay otra salida? No es imposible, aunque sería indeseable un estallido violento. Mejor imaginemos otra ruta que permita que México salga del hoyo y vuelva a crecer:
1) 2011. Las cosas han empeorado, acontecimientos graves, espectaculares nos sacuden. Los movimientos que impulsan el cambio maduran, los partidos, las elites, los que deciden, todos nos damos cuenta que estamos al borde del abismo. Si las elecciones presidenciales se dan en condiciones como las actuales, no resultarían creíbles, el quiebre sería seguro y se iniciaría un proceso desintegrador. 2) La clase política celebra un pacto para garantizar que las elecciones serán democráticas. 3) En julio de 2012 se cumple el pacto: hay elecciones libres y creíbles. El pueblo decide si va por el cambio o por más de lo mismo.
4) 1º de diciembre de 2012. Si gana el cambio, el nuevo presidente con el apoyo popular toma medidas fuertes. a) Reforma fiscal. Fin al paraíso para las grandes corporaciones. b) Se compacta el Estado, menos costoso, más fuerte y eficaz. c) Se abren a la libre competencia campos hoy controlados por los monopolios, empezando por los medios electrónicos. d) Se crea un estatuto de rendición de cuentas con guillotina desde el primer día. No hay venganzas respecto del pasado. e) Se eleva el salario mínimo y se anuncian medidas para restituir el poder de compra de la mayoría. 5) Mediados de 2015. Si el proyecto funciona empezaremos a crecer de nuevo muy módicamente. La transición a la democracia se habrá completado.
Se puede tachar de fantasioso este escenario. Pero lo que podemos imaginar lo podemos hacer. Reconozco que requeriría ciertas condiciones difíciles de cumplir: 1) Que el movimiento social no se disocie de los partidos reformistas. 2) Que las elites acepten el cambio y que la oligarquía afloje. 3) Que Estados Unidos no sabotee y no favorezca a los reaccionarios que prefieren la desintegración del país a que se toquen con un pétalo de rosa sus intereses.