Reprocha las descalificaciones y que el rencor, en no pocas ocasiones
, sustituya la razón
Amenaza de parálisisdebido al encono político, advierte Calderón
2010 debe ser el año de la reconciliación; existe insatisfacción con la democracia, afirma
Sábado 6 de febrero de 2010, p. 3
Querétaro, Qro., 5 de febrero. Con reiterados reproches a la clase política porque prevalecen el encono y las descalificaciones en el país, el presidente Felipe Calderón llamó a lograr acuerdos medulares para transitar del conflicto y la amenaza de parálisis a la cooperación y el consenso.
Rodeado de políticos del PRI, el PAN y el PRD que se congregaron en la celebración del 93 aniversario de la Constitución, aseguró que éste debe ser el año de la reconciliación nacional, y secundó una propuesta hecha por gobernadores priístas y perredistas para firmar otro pacto social.
El nuevo llamado presidencial a la unidad tuvo lugar en el Teatro de la República, el cual estuvo vigilado desde el día anterior por elementos del Estado Mayor Presidencial que cerraron con vallas metálicas un perímetro de tres cuadras.
Con la banda presidencial en el pecho, el titular del Ejecutivo aprovechó este discurso para pugnar de nuevo por la aprobación de su reforma política, reiterando el argumento de que da más poder a los ciudadanos y hace más representativas y eficientes las instituciones democráticas.
Empeñado en promover esa iniciativa –que está en manos del Congreso–, comenzó por hacer un diagnóstico crítico sobre la situación política, al señalar que no es posible generar todos los consensos que México necesita para resolver las necesidades de la población.
Deploró que la falta de estímulos e incentivos que permitan la construcción de políticas generales más allá de las contiendas electorales impacte en que México no realice las transformaciones con la profundidad y velocidad que necesita.
Los temas realmente importantes se ven permanentemente desafiados, o incluso sustituidos por la agenda pública, por la contienda electoral en algún punto del país, por temas de coyuntura, por descalificaciones, no siempre acompañadas de propuestas, y, lamentablemente, el encono, en no pocas ocasiones, termina sustituyendo la razón
, expresó.
Fue más allá, al asegurar que no se ha podido hacer de la democracia mexicana un ejercicio de disenso fértil que genere, a partir del contraste razonado de ideas y de propuestas, mejores leyes, instituciones más efectivas y gobiernos con más capacidad de respuesta.
Por lo anterior, llamó a lograr acuerdos que no sólo cambien las reglas del juego, sino que permitan avanzar en la cooperación y en el consenso.
Desde el presídium escuchaban su alocución dos perredistas: el gobernador de Michoacán, Leonel Godoy, y el presidente del Senado, Carlos Navarrete.
También, el gobernador anfitrión, el priísta José Calzada Rovirosa, y varios mandatarios estatales panistas, además de integrantes del gabinete y representantes de otros poderes, así como el titular del Banco de México, Agustín Carstens.
En la primera fila del teatro aplaudían la esposa de Calderón, Margarita Zavala, e integrantes de su círculo cercano en Los Pinos: la jefa de la oficina de la Presidencia, Patricia Flores, y su secretario particular, Luis Felipe Bravo Mena.
Voto nulo
Después de que un cadete colocó un facsímil de la Constitución de 1917 en el templete, el Presidente insistió que los ciudadanos están insatisfechos con la democracia mexicana y muestran su rechazo absteniéndose de acudir a las urnas, anulando su voto o simplemente dándole la espalda a la política y a los asuntos públicos.
Con ese argumento, fue insistente en exigir que se hagan a un lado los intereses partidistas para privilegiar la unidad. Expuso que si eso no fuera posible, la vida de la nación se debilitará, la política se empobrecerá y quedará convertida en opciones que están lejos de la dimensión de la dignidad de los ciudadanos.
Un día después de que la Secretaría de Gobernación anunciara ciberdebates sobre la reforma política, planteó que es momento de discutir, de pensar, de proponer y de tener la madurez política para encontrar consensos.
La nación, añadió, exige que seamos auténticos demócratas y alcancemos acuerdos que transformen al país, sin que eso implique renuncia o claudicación alguna a las diferencias de ideas y de propuestas.