Su caso reabre el debate sobre la seguridad social de los púgiles
Martes 12 de enero de 2010, p. a13
Marco Antonio Hernández, El Bombardero, celebró modestamente que aún era campeón nacional supermosca la noche en que derrotó a Eduardo García, el 5 de diciembre. Una pelea que apenas duró tres asaltos, igual de vertiginosa que su deterioro físico, que en sólo una semana lo postró en la sala de terapia intensiva, donde fue internado por un cuadro de neumonía que no era sino el aviso de un cáncer que invadía sus pulmones.
En poco tiempo, el boxeador terminó sedado, entubado, sometido a quimioterapia, grave y con pronósticos reservados de recuperación.
Después de aquel combate, el mánager Julio Gamboa le había concedido más días de los que solía permitirle de descanso para que al menos se fuera a una playa
, pero El Bombardero, de 24 años, empezó a sentir molestias en los riñones, que algunos médicos confundieron con cálculos y problemas gastrointestinales sin haber realizado estudios.
La situación se complicó y tuvo que ser llevado a un hospital en el norte de la ciudad, pero ahí no fue atendido porque no había médicos de guardia, pues el periodo de vacaciones de fin de año ya estaba en curso. Ante el panorama cada vez más crítico del peleador, el doctor y promotor Fausto Daniel García recomendó llevarlo de urgencia a una institución privada en la colonia Roma, donde detectaron que los pulmones sufrían de metástasis, producto de un cáncer en el testículo derecho.
Nadie notó nada, coinciden en señalar los allegados a El Bombardero, aunque el doctor Fausto García comentó que solicitó todas las recetas que le habían extendido al púgil y que revelaban algunos malestares desde los primeros días de diciembre.
La situación de Marco es muy grave, no dicen que sea fatal, pero el martes pasado tuvo un paro cardiorrespiratorio y fueron necesarias maniobras de resucitación. Por ahora no pueden hacerse evaluaciones, pero existen riesgos de que haya sufrido daños renales y encefálicos a consecuencia de ese paro
, explicó el doctor García.
Visiblemente afectado, el mánager Julio Gamboa trata de explicarse a sí mismo qué es lo que ocurrió y se hace preguntas, porque antes del combate contra El Bruce García, El Bombardero lucía fuerte, con coraje, y repentinamente le ocurrió esto a su muchacho
, lamenta. “Le dije hace poco: ten paciencia m’hijo, no te preocupes, ya verás que pronto vas a salir de jodido. Ya vienen cosas importantes”.
Esta situación lo lleva a prevenir a sus colegas entrenadores, para que aprendan de este caso, “nosotros –dice– tenemos la fortuna de estar apoyados por el doctor Fausto García, pero la mayoría de los muchachos no tienen ese respaldo”, y la preocupación abre nuevamente el tema del seguro social para los boxeadores, quienes casi siempre suben a los cuadriláteros en absoluta indefensión.
Eso sería lo ideal, reconoce el presidente de la Comisión de Boxeo capitalino, Rafael Herrera, pero no se hace ilusiones, porque existen varios problemas serios, sobre todo de quién asumirá la responsabilidad para el pago de cuotas, además de que cuando recibió el cargo había un adeudo y el organismo no cuenta con recursos, explica.
Por ahora, los médicos esperan un milagro y Marco está acostumbrado a pelear, tiene fuerza, relata su mánager. Hace unos días, El Bombardero escribió una nota a sus padres; la tarjeta decía: Voy a levantarme
.