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El acuerdo incluye la colaboración en uso de laboratorios, vacunas y medicamentos

Desde 2007 México, EU y Canadá pactaron para enfrentar la influenza
 
Periódico La Jornada
Lunes 27 de abril de 2009, p. 15

En agosto de 2007, los gobiernos de México, Canadá y Estados Unidos pusieron en marcha el Plan para Norteamérica para enfrentar la gripe aviar o una pandemia de influenza, el cual prevé una serie de acciones que involucran a las tres naciones con el propósito de enfrentar problemas epidemiológicos de influenza –como el que tiene lugar actualmente y que ya afecta a las tres naciones–, entre las que destacan el intercambio de información gubernamental abierta, transparente y oportuna, acciones de vigilancia y control de la enfermedad para controlar el número de infectados y reducir la mortalidad, colaboración para utilizar laboratorios, vacunas y medicamentes antivirales y para asegurar que en las tres naciones se cuente con reservas suficientes de medicamentos.

También incluye la aplicación de medidas de salud públicas (la mayoría ya las puso en marcha el gobierno mexicano), así como la posible aplicación de medidas coordinadas de control transfronterizo (bilaterales o trilaterales) para limitar el movimiento de personas, productos y servicios, en caso necesario.

Para tal efecto se prevé una serie de medidas para impedir la propagación de la epidemia con la vigilancia de aeropuertos, puertos y cruces transfronterizos.

Una parte central de las disposiciones adoptadas a consecuencia del Acuerdo de Seguridad Para América del Norte (ASPAN), aprobado en 2006 por los tres gobiernos referidos, es que las medidas que se adopten para mitigar los efectos de una pandemia deben estar encaminadas a disminuir lo más posible los efectos económicos, las relaciones comerciales y sobre el intercambio de servicios entre los tres países.

Entre las medidas de salud pública que recomienda poner en marcha el plan trinacional, el gobierno mexicano ya instauró las siguientes: una campaña intensa de información a la sociedad sobre medidas preventivas, como lavarse las manos; cierre de escuelas y cancelación de actos masivos; aplicación de vacunas o medicamentes antivirales; medidas de protección, como el uso de tapabocas y de equipo especializado para médicos y enfermeras.

En caso de la epidemia se agrave y se considere que existe una situación de riesgo a la salud pública, se impondrán restricciones para viajar a otros países y se limitará el cruce de personas, animales, productos y servicios en los pasos fronterizos. Se buscaría que esas acciones duraran el menor tiempo posible para no afectar el tráfico de comercio y servicios entre las tres naciones.

Otro aspecto central tiene que ver con la protección de la planta laboral de los países afectados, a fin de garantizar que no se produzca desabasto de productos y servicios por el ausentismo de trabajadores enfermos. El documento, del cual tiene copia La Jornada, pone énfasis en la necesidad de que los tres gobiernos se preocupen por garantizar el abasto (y con ello la exportación) de petróleo, gas e incluso, agua (la que reciben recíprocamente México y Estados Unidos, proveniente de los ríos Colorado y Bravo).

En una parte del texto suscrito advierte que las medidas referidas respondían ante el riesgo de que se expandiera a Norteamérica la gripe aviar, pero además, ante la posibilidad de que en los próximos años se generara una mutación del virus de la influenza que afecta a los humanos, como ocurrió con el virus porcino que ataca actualmente a diversas regiones de México, Estados Unidos y Canadá.

Explica el documentó que en los siglos pasados han sido recurrentes las epidemias de influenza. Señala que las últimas pandemias ocurrieron en 1918, 1957 y1968, las cuales mataron a 40 millones de personas, dos millones y un millón, respectivamente, a escala mundial. Agrega que aun cuando no se puede predecir cuándo ocurriría otra pandemia, es previsible esperar que en el presente siglo ocurra otra epidemia de influenza con la muerte de miles y miles de personas, millones de hospitalizados y con un costo de cientos de miles de millones de dólares para las economías de los tres países.