Por Mario Alberto Reyes
Priscila escuchaba la radio aquella tarde. Una locutora charlaba con una experta sobre el embarazo no deseado en adolescentes. De inmediato vino a su memoria Miguel, su novio. Desde que iniciaron la relación, unos meses atrás, también comenzaron con su vida sexual. Temerosa, Priscila llamó y pidió informes, pues hasta ese momento no habían usado nada para protegerse.
Sus padres nunca le habían hablado sobre el tema, pues consideraron que Priscila era muy pequeña para tener sexo. La joven de 14 años de edad le propuso a Miguel cuidarse “para evitar una desgracia”. Ahora, cuatro años después, no se arrepiente, pues está cumpliendo con su plan de vida en el que un embarazo, “por el momento”, no tiene cabida. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), en 2002, más de 10 mil jóvenes menores de 15 años tuvieron hijos, lo que representó el 0.40 por ciento de los nacimientos.
Si las iniciaciones sexuales como la de Priscila son más usuales de lo que se cree entre los adolescentes mexicanos, la decisión de cuidarse es menos frecuente y el acceso a métodos anticonceptivos es limitado, sobre todo en áreas rurales. De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Juventud 2005 (ENJ), 36 por ciento de los jóvenes con vida sexual activa no usan protección, 25 por ciento de los cuales de plano aseguran que no les gusta usar ningún anticonceptivo.
Cultura de la anticoncepción
Cada año se presentan 372 mil embarazos en menores de 20 años, de los cuales 23 por ciento no son planeados. Médicos especialistas reunidos en el 59 Congreso Nacional de Ginecología y Obstetricia, efectuado en Tijuana, Baja California, dijeron que es necesario fomentar una “cultura de la anticoncepción”.
El médico Felipe Soto Ornelas, integrante de la Sociedad Mexicana de Medicina de la Reproducción Humana, mencionó que pese a que 91 por ciento de los jóvenes ha escuchado hablar de las pastillas anticonceptivas, 85 por ciento del dispositivo intrauterino (DIU) y 64 por ciento del condón, sólo 35 de cada 100 con actividad sexual utiliza alguno de estos métodos, lo que evidencia el desinterés por el autocuidado derivado de una “sensación de invulnerabilidad propia de esa etapa de la vida”.
En charla con Letra S, el ginecólogo citó datos del Consejo Nacional de Población para mostrar que del total de embarazos no deseados durante la adolescencia, 75 por ciento ocurre en áreas rurales. En estas comunidades, las mujeres gestan a edades más tempranas para obtener mayor estatus social, ganar reconocimiento como adultas o porque piensan que es una manera de estabilizar su relación de pareja. Incluso, en el año 2000 se tenían registrados 32 casos de mujeres menores de 20 años con nueve hijos.
Tras participar en el congreso —patrocinado por los laboratorios Schering-Plough—, Felipe Soto comentó que la edad promedio de quienes acuden en busca de ayuda profesional es de 17 años. “Desgraciadamente quienes son menores no reciben apoyo anticonceptivo y muchas quedan embarazadas durante el primer año de actividad sexual”. Las cifras disponibles, por parte del INEGI, mencionan más de veinte por ciento de demanda insatisfecha de anticonceptivos, lo que complica el problema.
El impulso de una cultura de la anticoncepción basada en la educación sexual es una estrategia útil para reducir la incidencia de embarazos adolescentes en México, se concluyó en el congreso.
Opciones en anticonceptivos
Además del condón, los anticonceptivos orales de tercera generación son opciones recomendables para jóvenes, pues ofrecen beneficios adicionales, como la disminución de problemas de acné, quistes ováricos, vellosidad en el rostro, cabello graso, cólicos e irregularidad menstrual. Desogestrel y etonogestrel son los nombres de sus componentes, y tienen como función principal endurecer el moco cervical para que no pueda pasar el esperma y así frustrar la fecundación. Su uso, además, puede contrarrestar el acendrado machismo, que aún pesa en la negativa a usar el condón, dijo Soto Ornelas.
12.7 por ciento de los jóvenes han usado alguna vez la anticoncepción de emergencia, señala la ENJ 2005. En torno a los riesgos de usar continuamente la píldora del día siguiente, Soto Ornelas mencionó que puede provocar reacciones secundarias, como dolor de cabeza, mareos y vómito, causadas por la intensa cantidad de hormonas. |