Por Luis Ortiz Hernández*
La homofobia es el conjunto de valores, actitudes y creencias en las que se evalúa negativamente a la homosexualidad y que se ha documentado afecta tanto las relaciones interpersonales como las prácticas institucionales. Debido a la homofobia, la población no heterosexual se enfrenta a diferentes formas de prejuicio, discriminación y violencia.
Para erradicar la homofobia es necesario identificar primero los factores o procesos socioculturales que permiten o promueven su existencia. Un instrumento interesante a este respecto es la Encuesta Mundial de Valores (o World Values Survey), una iniciativa global de científicos sociales, que ha levantado encuestas en alrededor de 80 países para conocer sus valores culturales y contrastarlos a lo largo del tiempo. A partir de los resultados de la Encuesta Mundial de Valores (EMV) es posible conocer qué tan frecuentes son las actitudes negativas hacia la homosexualidad en los países en que se realiza.
En la EMV se plantean dos preguntas que permiten conocer qué tan frecuente es la homofobia en los países: ¿Le importaría tener como vecino a un homosexual? y ¿En qué medida la homosexualidad se justifica o no? Con ambas preguntas se obtienen resultados muy similares, por lo que en la gráfica sólo se muestran los resultados de una de ellas.
A mayor desarrollo, menor homofobia
Los países con mayor desarrollo económico se caracterizan por tener las frecuencias más bajas de homofobia. El claro ejemplo son los países de Europa occidental, en esta región se encuentran los dos países con la frecuencia más baja de homofobia: Holanda y Suecia, donde sólo siete por ciento y 8.4 por ciento, respectivamente, de la población opinan que la homosexualidad nunca es justificable. En América, los extremos son Canadá, con 25.3 por ciento de personas que rechazan la homosexualidad, frente a El Salvador con 78.7 por ciento de homofobia.
Varias hipótesis pueden plantearse para explicar este patrón. Una posibilidad es que la mayor escolaridad de la población de los países menos homófobos permite que tengan más acceso a información veraz sobre sexualidad. Otra explicación es que en las naciones de baja homofobia la mayoría de la población vive en ciudades (y no en áreas rurales como en los países pobres), y en las áreas urbanas —donde la vida adulta se realiza con menos vínculos con la familia— los individuos pueden vivir con mayor libertad su sexualidad, pues no están sujetos al control de una comunidad reducida. También es posible que la industrialización y la urbanización vengan acompañadas de la diseminación de “valores occidentales”, en los cuales las libertades individuales son centrales.
Sin embargo, el desarrollo económico no explica todas las variaciones en la frecuencia de homofobia. La igualdad socioeconómica también parece influir en la frecuencia de la homofobia. Por ejemplo, entre los países de Europa occidental, la mayoría de los países con baja frecuencia de homofobia están en el área de Escandinavia (Suecia e Islandia) y del norte (Holanda y Dinamarca), lugares con diferencias socioeconómicas bajas. En América se observa el mismo fenómeno al comparar a los dos países con mayor desarrollo industrial: Canadá presenta frecuencia más baja de homofobia que Estados Unidos (25.3 por ciento versus 31 por ciento). Esto podría plantear la existencia de una idea de igualdad, es decir, en algunos países la igualdad es un valor central de la vida social. Además, en las sociedades más igualitarias también es común que las disparidades entre hombres y mujeres sean menores; en este sentido, varios autores han planteado que la homofobia es una expresión más de las inequidades de género.
Intolerancia y democracia
Otra tendencia que se observa en las estadísticas es que en los países de Europa oriental la frecuencia de homofobia es mayor que en otros países con igual o incluso menor desarrollo económico. Por ejemplo, el porcentaje de la población que opina que la homosexualidad nunca es justificable en Perú es de 55 por ciento y en Singapur de 54.6 por ciento; mientras que en Serbia es del 68.9 por ciento, en Rumania de 73.3 por ciento, en Kirguistán de 79.8 por ciento y en Azerbaiyán de 83.6 por ciento. Un rasgo que comparten los países de Europa oriental es que vivieron regímenes autoritarios. Cabría preguntarse si la intolerancia es uno de los productos que generan el autoritarismo y la ausencia de democracia.
Entre los países que tienen las frecuencias más altas de homofobia se encuentran Irán (en donde el 90.4 por ciento de la población considera que la homosexualidad nunca es justificable), Indonesia (94.5 por ciento), Pakistán (96.4) y Egipto (99.9). Un rasgo que comparten estos países es el Islam, religión que condena abiertamente la homosexualidad. De nuevo es importante considerar las inequidades basadas en el género: es en estos países donde la situación de las mujeres es especialmente desventajosa respecto a la de los varones.
Otros países donde la homofobia es la regla son los africanos: en Uganda, Tanzania y Zimbabue el 90.9, 93.5 y 95.0 por ciento de sus ciudadanos opinan que la homosexualidad nunca es justificable. Aunque en algunos de estos países el islamismo es profesado por una proporción importante de la población, otras religiones como el protestantismo o el catolicismo también son importantes. Es posible que estas frecuencias elevadas de homofobia sean resultado de la convergencia de factores como el incipiente desarrollo económico, la inestabilidad social y la existencia de gobiernos autoritarios.
El lugar de México en este ranking mundial de la homofobia es intermedio: 48.3 por ciento de los mexicanos opinan que la homosexualidad nunca es justificable y a 44.6 por ciento no le gustaría tener como vecino a un homosexual. Es interesante notar que otros países de la región con desarrollo económico similar tienen frecuencia más baja de homofobia, como Chile y Argentina.
* Profesor investigador del Departamento de Atención
a la Salud de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco
|