Ahora más que nunca es necesario el cabildeo político en la Cámara de Diputados para evitar los recortes de presupuesto a los programas sociales. El proyecto de presupuesto para 2009 responde al programa económico emergente del gobierno de Felipe Calderón para enfrentar la crisis económica. Y como lo dicta el dogma neoliberal, los programas sacrificados son aquellos que los funcionarios de Hacienda no consideran prioritarios aunque se trate de la salud, la educación y la cultura de la población.
Entre los recortes que afectarán el gasto en salud se encuentran los recursos dirigidos a detener la epidemia del VIH y el sida, y los destinados a equilibrar las desigualdades de género. El primero sufrirá una reducción del 38 por ciento, mientras que el segundo lo hará en 17 por ciento.
Si bien es cierto que el flujo de recursos dirigido a parar la epidemia del VIH no ha dejado de crecer desde el 2003, no es menos cierto que dichos recursos aún son insuficientes. Existe todavía un fuerte rezago en la inversión para prevenir nuevas infecciones. En los últimos tres años se había logrado aprobar desde la Cámara de Diputados partidas especiales para la prevención del VIH. Ahora, con los recortes propuestos por el gobierno federal, políticas como la promoción de la prueba de detección del virus entre las mujeres embarazadas no podrán ser realizadas, según informa el doctor Jorge Saavedra, director del Censida. Lo mismo podría suceder con las políticas dirigidas a las mujeres, como los programas para prevenir la violencia de género.
No es la crisis económica la que amenaza con revertir los avances logrados en el control del VIH y en materia de equidad de género, sino las políticas de gobierno diseñadas para enfrentarla. En una situación de recesión económica, apoyar a las poblaciones más vulnerables debiera convertirse en la más alta prioridad de gobierno.
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