Usted está aquí: lunes 6 de octubre de 2008 Sociedad y Justicia Inaugura Benedicto XVI el sínodo de obispos con un llamado a leer la Biblia

■ Transmitirán por tv la lectura ininterrumpida de las escrituras

Inaugura Benedicto XVI el sínodo de obispos con un llamado a leer la Biblia

Dpa

Roma, 5 de octubre. El papa Benedicto XVI llamó a los creyentes a leer la Biblia de forma más atenta y frecuente, durante una misa que marcó la apertura del duodécimo sínodo de los obispos católicos en Roma, que durará 20 días.

“Aquel que no conoce las escrituras no conoce el poder y la sabiduría de Dios. La ignorancia de las escrituras es la ignorancia de Cristo”, dijo en su homilía, citando a uno de los padres de la Iglesia, San Jerónimo.

El sínodo reúne a 52 cardenales, 45 arzobispos y 130 obispos.

En su homilía, el Papa se refirió de manera reiterada al tema del sínodo: la palabra de Dios en la vida y la misión de la Iglesia.

“Sólo la voz de Dios puede cambiar profundamente el corazón de un hombre, y es por eso importante que los creyentes individuales y las comunidades la conozcan”, afirmó el religioso.

También citó la reforma del Concilio Vaticano segundo en los años 60, cuando la Iglesia católica comenzó a instar a sus miembros a leer el Antiguo Testamento y los Evangelios.

Más tarde, el Papa leerá en una transmisión televisada un pasaje del Génesis. Le seguirán mil 250 personas, entre ellas estrellas del futbol y políticos, que participarán durante seis días y siete noches en una lectura ininterrumpida de la Biblia, desde su inicio hasta el final.

Durante siglos antes del Concilio Vaticano segundo, la Iglesia afirmaba que la Biblia debía ser dejada en manos de los clérigos para su correcta interpretación.

El sínodo de este año –que equivale a una especie de parlamento vaticano– es el 12 desde que el papa Paulo VI los introdujo por decreto en 1965, como parte de las innovaciones que trajo el Concilio Vaticano segundo.

En el encuentro, que durará hasta el 26 de octubre, los participantes intercambiarán opiniones. El Papa puede aprobar y promulgar decretos o resoluciones que surjan del debate.

 
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