Pintxos, plato rey de la feria de cocina en miniatura
Los pintxos dejaron de ser una especialidad de la cocina vasca para convertirse en un platillo que se prepara y consume en el mundo entero. Además, la versión original de una rebanada de pan con algún ingrediente encima se transformó en un universo de posibilidades tras la intervención de cocineros vanguardistas, como Juan Mari Arzak.
En diciembre pasado (12,13 y 14), la ciudad de San Sebastián se convirtió en la capital mundial del pintxo: allí se realizó la primera feria y congreso mundial de la cocina en miniatura: D’pintxos, con sesiones magistrales, túnel del pintxo para degustación del público y un concurso mundial.
Para sorpresa de muchos, el ganador de esta especie de olimpiada culinaria fue un joven que representó a México, Pantxo Bedialauneta, del Bar Cantábrico de Ondarroa, en Tijuana, con unos chipirones en su máxima expresión.
El mexicano Benito Molina, de Ensenada, llevó un crujiente de cerdo con caviar terrestre, cochinita pibil y aire de tortilla, electo el más original del concurso.
El encuentro convocó a grandes maestros de la cocina, quienes ofrecieron clases magistrales y mostraron algunas de sus recientes creaciones.
El mismo Arzak, su hija Elena y miembros del prestigioso laboratorio de Donostia, presentaron carabineros con un toque de morcilla, piel de rape y otros pequeños platillos.
David Yárnoz también sorprendió con un frasco que parecía muestra botánica: lombrices de tierra. Los “anélidos” se elaboran con remolacha roja, leche y romero, con la técnica de esferificación, y se introducen en un frasco de vidrio con brownie de chocolate desmigado, que emula tierra; ajonjolí gratinado, como piedras, y brotes de alfalfa y helado de zanahoria, como vegetación.
También participaron afamados cocineros como Bruno Oteiza, Mikel Alonso, Koji Fuyaka, Dani López, José Ignacio Martínez y Nagore Martínez, así como Edorta Lamo e Íñigo Cojo, de Donostia; Willy Moya, de Sevilla, y Ángel León, entre otros.