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LA GUERRA QUE NO PODÍA GANARSE
Y NO TERMINABA DE PERDERSE
PACIFISMO AMORDAZADO
La manifestación antibélica que tuvo lugar en Washington el 27 de enero pasado logró atraer a miles de personas procedentes de todo el país. De acuerdo con algunos, hubo alrededor de medio millón de asistentes, incluyendo decenas de políticos y, más importante en una cultura del espectáculo, celebridades como Sean Penn, Susan Sarandon y Jane Fonda, entre otras. El acto fue un éxito desde cualquier punto de vista, especialmente en un momento en que el presidente estadunidense se encuentra en el punto más bajo en la historia de las encuestas de opinión. Sin embargo, para los grandes medios de comunicación, impresos y electrónicos, la manifestación fue apenas un detalle. Para el benemérito New York Times, se trató de información digna de la página 21. La nota principal de la primera página contaba cómo un imam de origen egipcio disfrutaba su nueva vida en Nueva Jersey haciendo sus compras semanalmente en Costco. A pesar de haberse "equivocado" pavorosamente, estos medios siguen confiando en los mismos expertos (muy a menudo de las jaurías sedientas de sangre del Brookings Institution y del Council of Foreign Relations) y muestran aún desprecio en contra de cualquiera que no piense que la única opción es la guerra. Para estos halcones la opción de retirar a las tropas es absolutamente inaceptable, ya que mientras haya carne de cañón disponible siempre habrá un futuro en el que el enemigo terminará por rendirse aun a precio de millones de vidas destruidas. Una de las frases célebres que hoy repiten muchos de los analistas políticos e improvisados expertos en oriente próximo es que el estadunidense no es un pueblo antibélico, sino antiderrotista, por lo que la reacción en contra de la guerra no quiere realmente decir que se opongan a esta guerra, sino que se expresan en contra de perderla. Ergo, la única solución es ganar, si no en Irak ni en Afganistán, sí en Irán.
ESTRATEGIAS PARA UN FRACASO
La ecuación bushiana es muy sencilla: a la catástrofe y la carnicería desatada por una guerra ilegal y una invasión abismalmente incompetente, nada mejor que añadirle una solución de medias tintas: ni una apuesta brutal a la guerra con cientos de miles de soldados, ni una retirada. Bush decidió mandar 21 mil 500 soldados más a la carnicería que cobra decenas de vidas iraquíes diariamente: bombas de destrucción indiscriminada por parte de milicias sunitas, secuestros, tortura y matanzas por parte de las milicias shiítas, y balas, obuses misiles y todo lo demás de las armas estadunidenses. Esta "modesta escalada" militar no podrá mitigar la violencia ya que de entrada se limita a la meta de pacificar Bagdad, busca un compromiso con el muy comprometido gobierno de Maliki para presionarlo a que reprima a todas las milicias por igual (un objetivo imposible ya que su partido, Dawa, está en la cama con el ejército Mahdi de Muqtada al-Sadr, el propio sobrino del fundador de esa banda de pillos, anticomunistas, antisecularistas y antibaazistas). El plan Bush consiste en cuatro estrategias: 1. Establecer estaciones de seguridad, que es crear más de veinte puestos en los barrios más conflictivos para contrarrestar la violencia. 2. Aislamiento, que al estilo del apartheid israelí es la construcción de muros alrededor de barrios particularmente violentos. 3. Limpieza intensiva, razzias en busca de armas e insurgentes de puerta en puerta; y 3. Desarticular los bastiones shiítas, tratar de detener la violencia de las milicias que Estados Unidos ha favorecido en esta hecatombe de guerra civil.
APARATOSOS TRIUNFOS
Cuando esto se escribe (enero 28), se anuncia que un operativo iraquí-estadunidense cobró las vidas de 250 insurgentes. En esta acción fue derribado el segundo helicóptero estadunidense en una semana. Este triunfalismo recuerda las abultadas cifras de tropas enemigas liquidadas que día con día aseguraba el ejército estadunidense en Vietnam. Hasta ahora, cada vez que se hacen afirmaciones semejantes a los pocos días la realidad comienza a filtrarse y se sabe que entre los insurgentes se incluyeron ancianos, mujeres y niños. Si bien no es imposible que esto haya sucedido, sí es muy dudoso que tantos insurgentes confronten a tropas más numerosas y superiormente armadas. Y de lo que no hay duda es que el gobierno iraquí está desesperado por mostrar a sus protectores estadunidenses que están luchando y triunfando. Lo que es evidente es que estas cacerías indiscriminadas no pacificarán al país, sino al contrario, sólo encenderán más pasiones y deseos de venganza.
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