Número
127 | Jueves 1 de febrero de 2007 Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER Directora general: CARMEN LIRA SAADE Director: Alejandro Brito Lemus |
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Por Manuel Figueroa Juan Álvarez Herrera fue diagnosticado seropositivo al VIH en 1998. Cuenta: “Yo era de los que creían que el sida no existía: ‘voy a creer hasta el día en que me dé’, pensaba tontamente. “Todo comenzó en 1997, cuando empecé a sentirme muy mal del estómago. Tomé medicamentos, pero no funcionaron. Bajé de peso, tenía temperatura de hasta 39 grados; así me la pasé varios meses, sin dejar de trabajar en una distribuidora de vidrios. Me recetaron inyecciones que en algo me aliviaron sin curarme. Para diciembre de ese año, las sudoraciones nocturnas y la tos no me daban tregua; realmente me sentía muy mal, pero aún así continué trabajando, porque sólo me dieron incapacidad de dos días. Según mi expediente clínico yo estaba bien, datos que no coincidían con mi deplorable apariencia física. “Luego fui a parar a la Clínica 68 del IMSS. En mi primera cita, el doctor me preguntó si fumaba o tomaba, si era drogadicto, hasta que me preguntó acerca de mi última relación sexual y si ésta había sido pasajera, bisexual u homosexual, a lo que respondí que homosexual. El doctor me explicó que podrían ser muchas las causas de mi malestar, pero a mí sólo me importaba saber de qué me estaba muriendo. “Me dieron las órdenes de ‘urgente’ para mis estudios. Cuando me dieron los resultados, me armé de valor y decidí verlos antes de dárselos al médico, pero no entendí nada. Entonces fui y se los entregué al doctor y éste me soltó sin preámbulos: “tienes sida”. Me recetó medicamentos y me dijo que si seguía las indicaciones saldría adelante. A pesar de que ya me esperaba ese resultado, no dejó de afectarme. “Una vez repuesto del golpe, el siguiente paso fue informarle a mi familia, los reuní a todos y les expliqué mi situación: ‘lo único que necesito ahora es su apoyo moral’, les dije, aclarando que estaban en su derecho de negarse. Pensé sorprenderlos con mi confesión, pero el sorprendido fui yo, porque no solamente sabían que era gay, sino que además ya esperaban este momento. “Nunca faltan los comentarios negativos o las actitudes discriminatorias hacia mí o hacia mi familia, pero ya no nos afecta, estamos familiarizados con el asunto gracias a las películas, revistas o folletos consultados sobre el tema. Claro que si esos comentarios se convirtieran en agresiones físicas, haríamos lo que fuera necesario para defendernos. “Actualmente no tengo pareja. No porque no quiera, sino porque no se ha dado. Un tiempo tuve una pareja que también era portador del VIH. Teníamos relaciones sexuales con protección, lo cual también fue una novedad, porque cuando recibí el resultado pensé que las relaciones sexuales quedaban vedadas para mí. “En el Seguro Social recibo el tratamiento, pero a veces es difícil conseguir el medicamento, pues escasea y me han llegado a recetar medicamentos alternos cuando falta el que estoy tomando. Eso no es correcto y podría ser peligroso; por eso por medio de escritos responsabilizo al doctor por hacerme tomar medicamentos que puedan afectar mi salud. De cualquier manera, siempre trato de tener mis reservas. “Me siento tranquilo, a gusto de transmitirles mensajes positivos a la juventud para que se cuiden, se informen y así se vayan deshaciendo los mitos en torno a esta enfermedad. Además, aunque los homosexuales seamos mayoría en cuanto al número de infectados, el día de mañana, si seguimos en la ignorancia y no tomamos medidas, todos estaremos de alguna manera afectados”. |