Número
127 | Jueves 1 de febrero de
2007 |
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“Hace un año me hice la prueba y salí positiva. El doctor me dijo que fuera arreglando mis cosas porque tarde o temprano me iba a morir”. Nora lo dice con una gran sonrisa en los labios. Pasa de los 35 años y dice que se siente de maravilla. “Ahorita estoy muy bien. Gracias a Dios conocí la verdad y hace seis meses que dejé de tomar los antirretrovirales. No le he dicho nada a mi médico. Voy a consulta cada mes y siempre me dice que me ve muy bien, que siga con el tratamiento. Le estoy guardando todos los medicamentos, los tengo en una bolsa para, dentro de unos meses, llevárselos todos y decirle ‘¿Ves? No estoy tomando nada y estoy perfectamente’”. Nora es una de las asistente a las reuniones de la organización llamada Movimiento Nacional por el Replanteamiento Científico del Sida (Monarcas). Este grupo, fundado en nuestro país en 2004, asegura que el VIH no existe y que el sida se puede curar. Son los autonombrados “disidentes del sida”, a quienes los científicos llaman “negacionistas”. La joven tranquiliza a los que llegan por primera vez a las juntas informativas. “No te preocupes, no tienes nada, mira a todos los que estamos aquí, nos habían dicho que nos íbamos a morir pero sólo estamos intoxicados, nuestras células necesitan desintoxicarse y eso se logra con una dieta, con ejercicio y con dejar de tener miedo”. Cada que puede hace un trabajo activo a favor de Monarcas. “En el hospital, cada que me formo para mis medicamentos, procuro darle la información a las personas que están delante y atrás de mí”, relata con orgullo. Del grupo presente para iniciar la “capacitación” de replicadores de estas teorías, Nora es la más entusiasta y parlanchina. La psicóloga Alma Cruz, directora del Centro de Atención Integral para la Salud del Estudiante Universitario de la Universidad Veracruzana, tiene una explicación: “La persona que recibe un diagnóstico de VIH/sida es más vulnerable en sus aspectos familiar, laboral, sexual y de expectativas de vida. Y si de repente oye que un médico dice que no existe el VIH entonces se empieza a llenar de esperanzas”. Otros testimonios dejan claro las consecuencias de esa “esperanza”. “En 2000 un compañero, Adrián, fue a San Francisco y se encontró con esta corriente. Regresó con gran emoción diciéndonos que iba a cambiar la misión de la organización”, relata la activista Georgina Gutiérrez, refiriéndose al Frente Nacional de Personas Afectadas por el VIH (Frenpavih), del que en ese momento formaba parte. Sus compañeros advirtieron a Adrián que dejar de medicarse era una decisión personal, pero que no pretendiera convencer a otras personas de hacerlo. “Finalmente dejó Frenpavih, montó su oficina y logró convencer a 30 chavos que dejaron de tomar tratamiento. Todos murieron antes que él. Él falleció en 2002 y cuando lo fui a ver al hospital le dije que acababa de llegar un nuevo antirretroviral, le pregunté si consideraría volver a tomar el tratamiento y me contestó que sí, que se había equivocado”. Monarcas está presente en Brasil, Colombia, Argentina, Chile, India y Canadá. No obstante, Canales asegura que en México no se reciben financiamientos, sólo los donativos que piden a quienes asisten a las conferencias que periódicamente ofrece Roberto Giraldo, médico colombiano y actual cabeza de la organización denominada Comité Mundial por el Replanteamiento Científico del Sida. De los siete voluntarios con que cuenta Monarcas, la mayoría son varones, pocos menores de 35 años. Tienen tres, cinco, ocho años de haber dejado el tratamiento antirretroviral y comparten sus historias con la gente que se acerca a pedir información. “No te asustes, no eres una bomba de tiempo”, les dicen. Sonríen, pero se ven débiles, algunos muy bajos de peso. Su organismo “se sigue desintoxicando”, explican. Otros están visiblemente enteros. Fuentes médicas consultadas tienen fundadas sospechas de que varios de los “testimonios” de esta corriente no han tenido nunca el VIH. Esa ha sido la forma de operar de este tipo de grupos, cuya aparición no es reciente. En 1987, guiado por las dudas que existían en la estructura y funcionamiento del VIH, el investigador estadounidense Peter Duesberg y otros científicos cuestionaron su existencia. Se desató una polémica científica que duró poco; Duesberg guardó silencio y sus tesis fueron rescatadas por personas y organizaciones de reputación dudosa o buena fe y poco fundamento científico. Uno de los médicos que trabaja más asiduamente con los negacionistas mexicanos está en Xalapa, Veracruz. El doctor Juan Flores, médico gineco-obstetra de larga trayectoria, comenzó su lucha contra el sida en 1987, cuando formó el Patronato Veracruzano de Lucha contra el Sida. Sin embargo, al descubrirse el uso del AZT para combatir al virus, conoció la corriente de Duesberg y se adhirió a ella asegurando que el fármaco era “veneno” que “en realidad estaba matando a la gente”. Hoy Flores despacha en un consultorio privado que ni siquiera cuenta con una computadora. “Mi personal médico, mis probetas, todo eso es un papel y un lápiz; es lo único que tengo para trabajar. De esta forma lleva “ocho protocolos de investigación” desde la “teoría tóxico nutricional”. “Tengo pacientes con antirretrovirales, sin antirretrovirales, mujeres embarazadas, niños recién nacidos y parejas (serodiscordantes) donde ya hay hijos, y eso lo puedo demostrar a la ciencia mundial”. Cuestionado sobre si es obligatorio dejar el tratamiento antirretroviral, asegura que no, que esa es decisión de la persona y que debe hacerse de forma gradual para evitar daños a la salud. No obstante, en su sitio de Internet (www.vivoysano.org.mx) maneja como requisito el abandono de la medicación. Los argumentos de Giraldo y los negacionistas son científicamente insostenibles, considera Luis Soto, investigador titular del departamento de Infectología del Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias Médicas, y copresidente de la Conferencia Mundial de Sida, de la Sociedad Internacional de Sida (IAS, por sus siglas en inglés), que se realizará en México en 2008. “Claro que los antirretrovirales tienen cierta toxicidad, pero quisiera que me dieran algún ejemplo de un medicamento que no sea tóxico”, declaró a Letra S. En cuanto a su argumento de que el virus nunca ha sido fotografiado, Soto revira: “Los que tuvimos entrenamiento de laboratorio hemos pasado por cultivar un virus. Puedes decir que en el microscopio normal no se ve el VIH, pero puedes ver que las células donde no le pusiste virus están normales, y en las que sí le pusiste, se están muriendo. Por lo menos eso es una comparación. Luego llevas la muestra infectada al microscopio electrónico y te sale una partícula como todos los virus que hemos fotografiado en la historia. Luego ese mismo aislado se lo inyectas a un simio y se enferma. ¿Cómo pueden decir que no existe?”. Ante el argumento, investigadores del Centro de Enfermedades Infecciosas (CIENI) del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) consultados por Letra S inquieren: “¿Cómo pueden los laboratorios sobornar a más de 300 mil científicos?”. “Los negacionistas dicen que existen más de 5 mil científicos que avalan sus teorías. La lista más larga que pudimos encontrar es de dos mil 458 personas. De ellas sólo 13 por ciento tiene un grado médico y únicamente uno por ciento tiene relación con la virología, inmunología o enfermedades infecciosas” comentan. El gran total: 31 científicos especializados en el mundo son “disidentes”. En contraste, un cálculo conservador basado en el rastreo de investigaciones científicas publicadas sobre el VIH/sida estima que habría unos 300 mil investigadores trabajando en el tema. Afirma ser parte del Weill Medical College of Cornell University, pues trabaja en el New York Presbyterian Hospital que está ligado a esa universidad estadounidense. Sin embargo, la institución se ha deslindado públicamente de Giraldo y sus teorías. El mismo Giraldo narró en televisión su salida de Colombia en los siguientes términos: “La verdad es que hace 19 años, cuando me vine (a Nueva York) de Colombia, me vine porque me iban a poner en una institución mental. Pensaron que tenía un psicosis maniaco-depresiva o algo así”. Desde el año 2000, Giraldo asesora a Thabo Mbeki, presidente de Sudáfrica, en asuntos relacionados con el sida. Mbeki se ha adherido a los negacionistas y por varios años se negó a tratar a la población de su país —que registra el mayor número de casos en el mundo— con medicamentos antirretrovirales. Fue hasta el año pasado que la presión científica internacional logró que el gobierno sudafricano comenzara a dar atención médica a las personas con VIH/sida. “Compañeros han estado haciendo vigilancia ciudadana y me han reportado que en la República 140 personas han dejado el tratamiento antirretroviral”, afirma Luis Adrián Quiroz, de la organización Derechohabientes Viviendo con VIH del IMSS, refiriéndose a los datos recabados en esa institución. “Esto ha sido de un mes para acá”, fecha en que TV Azteca difundió una serie de programas sobre estas teorías negacionistas sin incluir la posición científica. En la Clínica Especializada Condesa del Programa de VIH/sida del DF han empezado a circular panfletos que aseguran que el sida “tiene cura”, citando el mismo programa de TV Azteca. De acuerdo con fuentes de la clínica, se ha generado confusión entre los pacientes y muchos de ellos han tenido ser referidos a los servicios psicológicos. A su vez, el doctor Gastón Coronel, jefe de la clínica de VIH/sida del Hospital Regional de Xalapa, Veracruz, ha visto casos como estos desde hace siete años, cuando el doctor Juan Flores divulgó en conferencia de prensa su teoría. Algunas personas abandonaron el tratamiento principalmente porque no toleraron los efectos colaterales de los antirretrovirales (mareo, dolor de cabeza, náusea, diarrea). “Si dejan los antirretrovirales van a dejar de sentir efectos colaterales y a lo mejor no les pasa nada en tres meses o un año, tal vez hasta tres. Pero cuando los vuelvo a ver están en urgencias y ya no queda nada por hacer. Todos regresan. Y se mueren.” Suspender el tratamiento tiene consecuencias muy graves, como dice el estudio Interrupciones estructuradas del tratamiento. Nuevos hallazgos, de la Universidad de California, dado a conocer en un foro de la IAS el año pasado. Sus autores vieron que al reducir controladamente la dosis de antirretrovirales en una persona con VIH aumentaba 48 por ciento la probabilidad de muerte y 65 por ciento el riesgo de tuberculosis. A partir de estos datos es posible imaginarse las consecuencias de una interrupción total de los tratamientos. Ante el riesgo que representa la difusión acrítica de la teoría negacionista, activistas contra el sida han levantado la voz y exigido a las autoridades ejercer su rol rector y, sobre todo, protector de la salud de la población. Monarcas México afirma que difunde su información con base en el Artículo 6º Constitucional, que ampara el derecho a la información. Para Luis Soto, el relativo y peligroso éxito de las teorías negacionistas debe rastrearse en los problemas sociales que rodean al sida: “La discriminación, la desesperanza y la desinformación son el caldo de cultivo para la duda”. Roberto Giraldo lo sabe bien, y lo aprovecha: “La única forma de impedir que se siga engañando a las personas es permitiendo que éstas tengan acceso a toda la información disponible, por peligrosa, estúpida y ridícula que pueda parecer”. |
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