Número
127 | Jueves 1 de febrero de 2007 Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER Directora general: CARMEN LIRA SAADE Director: Alejandro Brito Lemus |
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Así me moriré Por Joaquín Hurtado Con el mezquino objetivo de forrarse con inmensas ganancias a partir de una pandemia inexistente, vendiendo fármacos tóxicos a los incautos como yo, nos han ido matando despacito bajo la mirada cómplice de médicos y científicos. Tomar antirretrovirales, dice un tal Dr. Duesberg, es lo que ha consumido mi sistema inmune. Que me he enfermado por prescripción médica. Dizque por eso tengo sida. Maldito Censida, malditos infectólogos, maldito Letra S que me han engañado por años. Su culpa no tiene perdón: mis amigos no murieron de sida, en realidad los mató el tratamiento, la avaricia. Ya entrados en gastos, no es descabellado pensar que el VIH quizás fue diseñado en un laboratorio de la CIA, con oro Vaticano y asesoría del Dr. Mengele para acabar con los homosexuales, las prostitutas, los drogadictos y todos los negros del planeta; menos Denzel Washington, por fa. El síndrome que acecha en mis células no lo provoca el VIH, madre mía, lo provocan las drogas discotequeras. Así es mami, por algunos
poppers y tres o cuatro pasecitos que me he metido en mi aburrida existencia, mírame aquí colgado cabeza abajo en esta cruz infame. Aseguran que el VIH, aunque no existe, es también un virus inofensivo. ¿Tú entendiste? No te enredes: la lógica es lo de menos cuando las evidencias científicas se manipulan y se impone la necedad. Tú y yo y los demás somos unos necios contumaces al jurar y perjurar que esta carita de calavera que me devuelve el espejo se debe a los efectos del bicho. El sida es un espejismo que se levanta con el polvo de las tormentas del Sahara; los millones que han muerto en Africa son un error de diagnóstico, una falla estadística. Change your mind, todo es ilusión: el hombre jamás pisó la Luna, la Tierra es plana, Dios creo el mundo en seis días, Pedro Infante sigue vivo, Felipe Calderón ganó las elecciones. Y yo que me tragué tantas patrañas. Si no hay VIH no hay sida: estoy sano, no soy ningún peligro para México, puedo retozar sin el molesto condón, donaré mis órganos y mi sangre a quien los aguante. He tirado al resumidero miles de dólares en innecesarios y peligrosos antivirales. ¡Qué gran fatiga me invade nomás de pensar que ahora tendré que re-aprender a vivir en un mundo sin sida! Pero si me quitan al VIH me muero. Mejor me quedo así. |