La despedida del cocinero
Ana García Bergua
Hace seis años pensamos que contratar al gerente de la tienda de estufas era mejor que seguir con Lencha, la cocinera que se volaba el cambio de las tortillas, y mire nomás el desastre que hizo el hombre: trajo a su señora a vivir a la casa y nos la quiso decorar a su gusto, le hizo la guerra al lechero, al panadero, al mensajero del súper, a todo el mundo pues, y vea qué desastre. Dejó tirada la comida por todas partes, nada funcionó, la licuadora y el microondas quedaron inservibles, a cada rato sale gente del refrigerador diciendo que son parientes de Lencha y vienen a vengarla. Vamos, resultó que no sabía cocinar y lo cierto es que la cocina se está incendiando. Acaba de salir con un pastel quemado, diciendo que con esto de la democracia, los pasteles salen muy sabrosos, y se ha echado a correr, mientras que Lencha y su familia sólo dicen: "Se los dije", y quién sabe cómo es que salen tantos del refrigerador. Lo malo es que cuando se disperse la humareda y despertemos, como escribió Alicia García Bergua, la maestra seguirá ahí.
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