El pueblo chiapaneco, sitiado por agentes; la mayoría se refugia y 100 familias huyeron
Tila, atrapado entre el temor, los rumores y la cacería de brujas
Nada se sabe de las 50 personas detenidas durante el desalojo de la alcaldía, denuncia el párroco
Ampliar la imagen Los pobladores de Tila siguen refugiados en sus casas por temor de ser detenidos por los agentes que vigilan las calles FOTOS V�or Camacho
Tila, Chis., 17 de febrero. Dos días después del desalojo violento de la alcaldía por parte de la policía estatal, Tila es un pueblo fantasma donde abundan los agentes que, según el párroco católico Heriberto Cruz Vera, "han emprendido una cacería de brujas".
La situación es de "tensión, inseguridad y persecución; de rumores de que van a venir los zapatistas o que los priístas se están organizando para defenderse; de divisiones y, sobre todo, de migración", explicó el sacerdote, y agregó que aproximadamente 100 familias han salido entre ayer y hoy por temor a que se repitan hechos de violencia.
Algunos integrantes del ayuntamiento, que preside el priísta Juan José Díaz Solórzano, quien ganó las elecciones del 3 de octubre por 57 votos de diferencia, según la resolución del Tribunal Federal Electoral, llegaron hoy al palacio de gobierno, pero no hubo labores, y varios empleados permanecieron frente al edificio sin saber qué hacer.
Sólo el síndico Carmelino García andaba atareado abriendo algunos edificios que desde finales de diciembre permanecían cerrados. "El gobierno actuó porque se agotó el diálogo" con los inconformes, expuso.
"No hubo muchos incidentes porque todo se hizo de acuerdo con la ley, y ahora las cosas están un poco tranquilas; esperamos que dentro de unos días se normalice la situación en la cabecera", agregó, y manifestó que las autoridades municipales solicitaron la presencia de la policía estatal para que brinde seguridad.
Según Domingo Cornelio Trujillo, ex candidato a la alcaldía postulado por la alianza de PRD y PT, el conflicto sólo se resolverá con la renuncia de Díaz Solórzano, originario de Ocosingo, lo que le da condición de "foráneo".
"La gente no deja sus casas, no se escuchan ruidos de niños en la calle, sólo pláticas de los agentes de seguridad pública", relató Cruz Vera, a quien durante el día distintos funcionarios del gobierno estatal le llamaron por teléfono para pedirle que diga a los pobladores que salgan, que "todo está tranquilo".
Pero basta caminar por las calles para darse cuenta de que casi todos los comercios, las escuelas, las oficinas públicas y el mercado están cerrados. En la plaza que está frente al palacio de gobierno y en las entradas a la cabecera, decenas de policías permanecen apostados para dar seguridad a quienes se niegan a salir de sus casas por temor a ser detenidos o agredidos.
El sacerdote reiteró que cerca de 100 familias han huido del pueblo por temor a que se repitan hechos de violencia y "por la actitud que tomó la policía, consistente en que quien era señalado como simpatizante del movimiento, quien se asomó o dio un poco de pozol o café por caridad cristiana, está siendo perseguido. Es un ambiente de pueblo fantasma".
Recordó que el martes, cuando se realizaron las dos operaciones para desalojar a los opositores al alcalde -desde el 28 de diciembre tenían ocupada la presidencia municipal-, un mando de la policía pidió a los pobladores que no estaban apoyando el movimiento que entraran en sus casas porque iban a ser detenidos todos los opositores al gobierno.
Muchos en este pueblo se hacen una pregunta: "¿por qué se retiró de la cabecera la policía luego de haber realizado la primera operación en la madrugada del martes sin encontrar resistencia?"
El párroco tiene dos hipótesis: "Se retiró porque quizá sólo llegó a medir fuerzas, o tal vez era un plan de provocar, porque irse cuando se ha tomado la plaza sin la resistencia que se esperaba, no se explica. Al retirarse los agentes, que ya tenían el control, la gente tocó las campanas, se reagrupó y se salió de control, reaccionando de manera violenta porque había sido lastimada".
Comentó que luego ocurrió la quema de tres casas y de un vehículo propiedad de simpatizantes del edil, así como la retención de cinco personas, a quienes amenazaban con linchar. Precisamente cuando ya se había llegado a un acuerdo para su liberación -de hecho las dos mujeres ya estaban libres- nuevamente la policía entró en acción y se desató una "cacería de brujas".
"No entendemos esa persecución en una época en que se habla tanto de derechos humanos. Lamentamos que en este nuevo gobierno tengan lugar estos métodos que creíamos cosas del pasado", comentó el sacerdote. Hasta esta tarde los familiares no sabían dónde están los cerca de 50 presos, quienes permanecen "incomunicados". La gente "quiere saber si están vivos, porque ni de eso están seguros", abundó.
Finalmente, enfatizó: "Va a tardar la reconstrucción de la convivencia diaria en la cabecera de Tila, pues la gente ha sido muy golpeada".