Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
Fotografía
Cartones
CineGuía
Suplementos
Perfiles
La Jornada en tu PALM
La Jornada sin Fronteras
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
La Jornada Michoacán
Librería
Correo electrónico
Búsquedas
Suscripciones
Obituario

E D I T O R I A L
 

Comentarios a esta sección
Jueves 13 de enero de 2005

002n1edi

Bush: de mentira en Mentira

El vocero de la Casa Blanca, Scott McClellan, admitió ayer que el gobierno estadunidense ha dado por concluida la búsqueda de las armas químicas, biológicas o nucleares iraquíes y que, tras 20 meses de trabajo inútil, plazo en el que ha muerto una docena de sus integrantes, el Grupo de Vigilancia de Irak (Irak Survey Group, ISG) dejará de buscar gases venenosos y microbios letales para concentrarse en tareas represivas contra la insurgencia. En el informe final del ISG, dirigido por Charles Duelfer, se confirmará la evaluación preliminar presentada por éste al Congreso, en la que señaló que "casi toda" la información de inteligencia usada para alegar la existencia de armas de destrucción masiva en poder del derrocado régimen de Bagdad, pretexto que a su vez fue empleado para invadir, destruir y ocupar el país árabe, resultó ser falsa. Más de 100 mil iraquíes han muerto desde entonces, en tanto que los países agresores han sacrificado, en esa guerra que continúa y se intensifica, más de mil 500 de sus soldados, y más de 10 mil han resultado lesionados.

Para los contribuyentes estadunidenses el costo de la guerra se cuenta ya en centenas de miles de millones de dólares que, sin la mentira de por medio, habrían podido ser destinados a programas educativos y de salud para los propios ciudadanos del país ocupante, en investigación científica y en ayuda para las naciones pobres. Para los iraquíes, la devastación humana y material de su país es incalculable e irreversible en varias generaciones. Los únicos beneficiarios de esta aventura genocida son, hasta ahora, los accionistas de las empresas de la industria militar y los contratistas seleccionados para una "reconstrucción" que representa, a todas luces, otra mentira para cubrir el desvío de dinero público -iraquí o estadunidense- a cuentas privadas de los negociantes que forman parte del círculo cercano a Bush.

Ha de señalarse que hasta ahora la única arma de destrucción masiva cuyo uso ha sido documentado en Irak es el uranio empobrecido empleado por las fuerzas agresoras en proyectiles perforadores de blindaje. El doctor Ahmad Hardan, experto de la Organización Mundial de la Salud (OMS), calcula que en la guerra de 1991 las tropas de Washington dispararon en el país árabe cerca de 800 toneladas de esos proyectiles, cuyos residuos dañaron gravemente la salud de unos 300 mil iraquíes y la de un número indeterminado de soldados estadunidenses afectados por el "síndrome de la guerra del Golfo", fenómeno sistemáticamente negado por el Pentágono. El año antepasado los agresores emplearon, sólo en Bagdad y sus alrededores, otras 200 toneladas de balas de uranio empobrecido, y el experto estima que en la presente década se incrementarán 300 por ciento los casos de cáncer en esa región y se harán más frecuentes las malformaciones congénitas, la esterilidad y el crecimiento retardado en la población infantil.

De cualquier forma, el ISG no buscaba armas de destrucción masiva estadunidenses, sino iraquíes. No las encontró, y ahora la Casa Blanca se afana en simular la realización de una mentira alternativa para justificar la atrocidad: la implantación de una "democracia" en el país ocupado. En esa lógica, Washington insiste en que dentro de 17 días se celerbrarán elecciones generales en Irak, proyecto inverosímil y disparatado si se toman en cuenta las circunstancias por la que atraviesa esa infortunada nación: más de la mitad de su población habita en provincias que están fuera del control de los ocupantes; la red de carreteras está devastada o no puede ser empleada por razones de seguridad; el suministro eléctrico se encuentra, según los cálculos más optimistas, a dos tercios de los niveles que tenía en los últimos días del régimen de Saddam; las autoridades "nacionales" impuestas por los invasores tienen una credibilidad casi nula y un poder meramente simbólico, y los mismos efectivos estadunidenses cada vez se aventuran menos fuera de la relativa seguridad de sus fortalezas. Todos los días tienen lugar, en promedio, unas 10 confrontaciones entre la resistencia iraquí y los ocupantes y sus aliados locales, y todos los días, desde hace un año, la insurgencia causa un promedio de casi tres bajas mortales a las tropas ocupantes.

Bush y su gobierno van de mentira en mentira y es posible que, pese a las advertencias de sus subalternos iraquíes, la Casa Blanca se empecine en realizar en algunos lugares de Irak, el próximo 30 de enero, un remedo electoral. Si lo hace, la simulación no cambiará en nada el drama iraquí. No se detendrá ni atenuará la guerra en curso ni la violencia imperante ni la catastrófica inseguridad que afecta al país árabe. La pantomima servirá únicamente para que Bush pueda afirmar ante propios y extraños que ha llevado la democracia a Irak, pero la afirmación será tan evidentemente falsa como las armas de destrucción masiva inventadas por Washington hace dos años.

 
Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm

Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Coordinación de Publicidad
Tels: (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Exts: 4329, 4308, 4137 y 4104

Email
La Jornada en Internet

Email

  © Derechos Reservados 2003 DEMOS, Desarrollo de Medios, S.A. de C.V.
Todos los Derechos Reservados. Derechos de Autor 04-2003-08131804000-203.
Prohibida la reproducción total o parcial del contenido sin autorización expresa del titular.
El título y contenido se encuentran protegidos por la legislación de la materia en la República Mexicana.