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México D.F. Lunes 8 de noviembre de 2004
Primera exposición individual en el DF de la artista
Giorgio Morandi inspira a Dulce María de Alvarado y sus cacharros
MERRY MAC MASTERS
En cierto momento de su aprendizaje artístico, el pintor italiano Giorgio Morandi (1890-1964) le ''habló al oído'' de Dulce María de Alvarado (Moro). La devoción del boloñés hacia las naturalezas muertas ha dado pie a Los cacharros de Giorgio. Una década de pintura, 1994-2004, la primera exposición pictórica individual de Moro en la ciudad de México, que concluyó este domingo en la Casa de la Primera Imprenta.
Aunque las ''glosas, síntesis y apropiaciones'' no son nada nuevo en la historia del arte, De Alvarado anota: ''Siempre pintaba cacharros (vasijas, jarros, botellas) desde antes de que descubrí a Morandi''. Dicho hallazgo sucedió a principios de los años 90, cuando Moro estudiaba en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP), así como la carrera de Historia del Arte, en la UNAM. Sintió que tanto el tema, como la manera de pintar, y el carácter de Morandi, tenían mucho que ver con ella. En un principio, acota, nunca fue su intención recrear su pintura, porque la mayoría está en colecciones privadas, no es fácil de ver.
La muestra comprende alrededor de 50 cuadros de pequeño formato, donde, aparte de retrabajar la obra de Morandi encontrada en libros, carteles y materiales de toda índole, es decir, una realidad tan auténtica como las mismas pinturas, De Alvarado también ha pintado los cacharros de su propiedad, pero ''a la manera'' del italiano. Sólo ha visto dos morandis ''en vivo'', cuando hace más de una década formaron parte de una exposición que llegó al Museo de Arte Moderno.
Morandi, explica Moro, realizó toda su obra con un reducido número de cacharros. No obstante lo limitante del tema, ''los problemas de la pintura se pueden explorar con cualquier cosa''. A De Alvarado le gustó la idea de trabajar con esos modelos que, "como decía Cezanne, allí están y no se mueven, porque la pintura no se estudia, sino hay que hacerla".
Entre las obras también se encuentra la pieza tridimensional, Retro-cacharro-azul 28.51.60.62, que resultó seleccionada en la 11 Bienal Rufino Tamayo 2002. Moro llegó a esa forma por accidente: ''Tenía mucha madera, mucho desperdicio, entonces empecé a pintar en esos cubos como soporte. Allí es donde pienso que hay muchas cosas todavía por explorar en lo que se refiere a esa parte geométrica tridimensional que es pintura, pero que es más complicada".
Respecto al formato reducido de las piezas, De Alvarado, quien hizo un mural antes de entrar a la ENAP, dice que desde la escuela empezó a pintar ''muy chiquito'', por la dificultad de trasladar el material. En la actualidad se acomoda mejor con un formato pequeño en la medida que trabaja mucho sus cuadros. Pero, además, el cacharro y el formato íntimo es congruente con el tema.
Dulce María no nada más pinta, sino hace "otras cosas más escandalosas", como vestuarios, maquillajes, caracterizaciones, a la vez que con Cecilia León emprendió el proyecto artístico independiente Encuentro citado. La obra te visita.
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