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México D.F. Lunes 8 de noviembre de 2004
El artista jalisciense rehúye los encargos;
prefiere desarrollar sus inventos
Soriano, escultor por placer propio
En las áreas verdes del Centro Nacional de las
Artes se puede apreciar Ofrenda
MERRY MAC MASTERS
Para
"placer propio", como es su costumbre, Juan Soriano trabaja en la actualidad
dos esculturas de mediano formato en el taller de Alejandro Velasco. De
un sinnúmero de bocetos de pequeño formato ha nacido un par
de pájaros, disímbolos entre sí, que en estos momentos
todavía toman forma en yeso antes de ser fundidos en bronce. Soriano
imagina su destino final, por ejemplo, en un jardín -pues son formas
muy libres-, con una fuente abajo o un prado de flores.
En el mismo taller, fundado en 1948 y ubicado en la colonia
Forestal, de la delegación Gustavo A. Madero, también ''arreglan''
Ofrenda, una de las esculturas monumentales que el artista presenta
desde el viernes anterior en las áreas verdes del Centro Nacional
de las Artes (CNA).
La muestra, explica Marek Keller, quien encabeza la Fundación
Juan Soriano y Marek Keller, ya ha itinerado por varias ciudades del país,
lo que significa recorrer cientos de kilómetros en grandes tráileres.
En principio es la misma exposición, con algunas modificaciones,
cuya parvada sorianesca y algunas criaturas más invadieron
el Zócalo en 2000, con motivo de los 80 agostos del artista jalisciense.
Luego se trasladó al interior de Palacio Nacional. En el CNA la
podrán ver los estudiantes de las escuelas de arte.
Ofrenda, de intrigante forma de cruz, permanece,
mientras tanto, recostada en el piso del taller. Soriano no le presta demasiada
atención. Su reparación no es mayor. La dedicación,
no obstante, sí recae en unas piezas que en el mismo espacio trabaja
Leonora Carrington, así como una enorme escultura de cuerpo entero,
mandada hacer por alguien para satisfacer su ego. Alejandro Velasco apunta
que también en el taller han trabajado Vicente Rojo, Gunther Gerzso
y Alberto Castro Leñero.
-¿Por qué no le gusta trabajar por encargo?
-Si alguien me llama y me dice que quiere que haga algo,
le digo: ''mira, eso te lo puede hacer fulana o fulano, pero yo no''. ''¿Por
qué no?'' ''Porque no. No tengo esa línea, no puedo, no me
interesa.''
-¿Y cuando se trata de una escultura grande?
-Cuando se trata de una escultura-escultura la invento
y luego no les gusta. Quieren otra cosa: algo que han visto en la televisión,
y las cosas muy auténticas de otro, como yo, que tiene sus ideas,
su currículum de muchos años de hacer cosas, como que no
las quieren aceptar. Tienes que aceptarlo, porque tú vas a aprender
mucho de eso que te estamos enseñando. Somos mayores que tú
y te damos todas las facilidades para que hagas lo que quieras; no te obligamos
a nada. Eso los calmaba. Pero ellos creen en una originalidad falsa.
-¿Todavía
tiene que pelear contra esa manera tan convencional de pensar?
-No me importa nada de ellos. Si piensan mal, allá
ellos. Cómo los voy a arreglar. Los encargos no los acepto, ni de
muy joven.
-¿Sus esculturas monumentales fueron encargos?
-No, ahora las compran.
-Usted hace sus esculturas, como ahora. Luego, si alguien
se interesa, dice ''tengo esto''.
-No.
-¿Qué hace?
-Nada, la publico, pero como mía. (La gente) llega
y dice: ''oye, me gusta muchísimo, ¿no podría hacer
una versión para mí?'' Y digo: ''mira, no hago versiones.
Ya hice ésta. Si quieres, cópiala, haz lo que se te dé
la gana, pero no voy a estar repitiendo la misma escultura todo el año''.
Porque tienen esa tendencia de hacerse algo igualito todo el año.
Desde muy joven Soriano empezó a hacer obras escultóricas,
primero de migajón. Luego las hizo con materiales más fuertes
y después con ayudantes "simpáticos". Viene a su mente un
viejito genial: "Casi nos matábamos. Nos subíamos a los andamios,
el viejito más arriba y yo más abajo, y nos pasábamos
los martillos, los cuchillos, todo, para hacer una cosa así grande".
Algunas de las cosas que hizo de "muy, muy joven" pasaron
al teatro como bocetos para escenografía: ''Hice muchas cosas para
escenografía que luego copiaron, pero con mi permiso. Decía:
'pueden copiar, no se sientan culpables. Hagan las variaciones que quieren,
porque para eso están hechas'. Eso agregó cierta simpatía
con el grupo de muchachos mal educados que empezaron a reflexionar, pues
Soriano es generoso, nos deja trabajar. Qué bueno, ojalá
y todos seamos así. Y empezaron a hacer cosas muy bonitas, porque
ya tenían como cierta seguridad. No intervenía para modificarlos
o corregirlos para nada. Era divertido ver como ellos iban encontrando
su lenguaje".
Soriano aún trabaja con martillo: "Uno se vuelve
muy práctico y lo hace rápido. Se descubren cosas bonitas,
de calidad, pero es como un chiripazo". Le gustaría más trabajar
en una piedra semidura, pero por lo general usa otros materiales. Con el
cincel quita el material pedacito por pedacito. Pero "si tengo una piedra
dura o metal (como la obra Ofrenda) se le puede golpear con un martillito".
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