|
|
México D.F. Domingo 7 de noviembre de 2004 |
Los dos filos de una cuestión ética
Retorna
una vieja discusión planteada ya cuando el doctor Barnard hizo el
primer trasplante de corazón de un ser humano a otro y que fue retomada
posteriormente con los trasplantes de órganos hechos posibles por
los avances científicos. La Iglesia católica sostiene que
es necesario insistir en la responsabilidad ética y social de la
actividad científica y, evidentemente, en esto encuentra un campo
común con los científicos que trabajan en la clonación
de células humanas para buscar remedio a enfermedades hasta ahora
incurables y prolongar la vida de los miembros de nuestra especie.
Pero lo que divide a ambos sectores es la visión
católica sobre la concepción y el desarrollo humano como
algo regido por procesos naturales inmutables y de creación divina,
que excluyen la intervención humana (sea mediante los anticonceptivos,
los abortos, terapéuticos o no, o la manipulación genética
de células). El temor a los aberrantes experimentos genéticos
nazis para crear superhombres oscurece aún más la
cuestión cuando el cardenal Alfonso López Trujillo dice que
"a nadie le gustaría venir al mundo en un laboratorio en vez de
ser el fruto de la unión de sus progenitores", aunque ya sean normales
las fecundaciones artificiales en caso de infertilidad o la implantación
de embriones.
El verdadero problema ético reside en mantener
la clonación de células y órganos estrictamente en
el campo terapéutico y fuera de toda utilización comercial
o politicosocial que contamine y desvíe de sus objetivos los avances
científicos hoy posibles por la biotecnología, la microcirugía
y los progresos cibernéticos. Tal como sucedió en el caso
de los recursos fitogenéticos y del germoplasma, en este campo intentan
meter mano los intereses de grandes trasnacionales que buscan patentar
procedimientos, técnicas, resultados de laboratorio cuando, como
estableció en su momento la FAO, los recursos fitogenéticos,
el germoplasma, son un bien común de la humanidad.
Por supuesto, una cosa es la clonación de seres
humanos, como se clonó a la oveja Dolly, y otra es la producción
de células o tejidos para remplazar otros enfermos o con defectos
congénitos. En nombre de la ética considerada con un enfoque
creacionista no se puede negar a millones de personas el derecho a vivir
más sanas. Pero en nombre de la ética se debe mantener a
la ciencia fuera de las garras de los intereses empresariales para hacer
de ella, de la técnica y del conocimiento un bien común de
la humanidad.
|
|