México D.F. Domingo 7 de noviembre de 2004
En una acción soterrada liquidó
el Fobaproa, que entregó todo su capital: siete pesos
Pretende el Ejecutivo cancelar la investigación
del rescate bancario
El fideicomiso significó la deuda más
grande de la historia del país: cien mil millones de dólares
El IPAB pagará a bancos $107 mil millones, equivalentes
a 7 veces el presupuesto de la UNAM
ROBERTO GONZALEZ AMADOR
El Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa),
empleado por el gobierno federal para contratar al margen de la Constitución
el mayor monto de deuda en la historia del país, pasó a mejor
vida y lo hizo por la puerta de atrás. Con un acto administrativo,
el Ejecutivo pretende cancelar cualquier posibilidad futura de investigar
el proceso de rescate bancario.
Sin un anuncio oficial, escondido el aviso en un documento
emitido apenas hace un par de semanas, quedó formalizada la extinción
de ese fideicomiso, con una nota de humor negro: al momento de su desaparición
formal, el Fobaproa, que generó un pasivo público por más
de cien mil millones de dólares, entregó a su sucesor, el
IPAB, siete pesos, que era todo su capital, como acto final antes convertirse
en historia.
"Al decretar la extinción del Fobaproa, este fideicomiso
deja de ser objeto jurídico y por tanto se cierra la posibilidad
de investigarlo porque sus obligaciones ya fueron transferidas al IPAB",
opinó Alfonso Ramírez Cuellar, diputado federal y presidente
de la comisión legislativa que investiga las operaciones del Instituto.
"La intención, con ese anuncio, es que ya no se investigue nada",
añadió. Explicó que en los artículos quinto
y séptimo transitorios de la Ley de Protección al Ahorro
Bancario (LPAB) se establece con claridad que la extinción del Fobaproa
sólo podrá realizarse una vez que se realicen las auditorías
al Programa de Capitalización y Compra de Cartera (uno de los que
se efectuaron al amparo del rescate bancario) y se hayan fincado las responsabilidades
por los actos ilícitos que se hubieran cometido.
Esas
auditorías apenas han iniciado y sus resultados, de acuerdo con
funcionarios del IPAB consultados por La Jornada concluirán
hasta marzo.
"Con fecha 28 de julio de 2004, el Instituto para la Protección
al Ahorro Bancario (IPAB) recibió del Fobaproa recursos por un total
de siete pesos, dicho importe representa la transferencia final derivada
de la extinción de dicho fideicomiso". Esta es la breve nota, incluida
en el último párrafo de un informe de 43 páginas que
contiene los estados financieros del IPAB al segundo trimestres de este
año, divulgados hace dos semanas.
A cambio de recibir del Fobaproa los siete pesos, el IPAB,
en ese mismo acto legal, asumió el compromiso de pagar al menos
107 mil millones de pesos, que corresponden al último tramo que
estaba en litigio de operaciones del gobierno con cuatro instituciones
financieras como parte del rescate bancario, según el mismo documento.
"Al decretar la extinción del Fobaproa, el gobierno
federal entierra todo el rescate bancario, ya no se podrá investigar
a futuro", agregó Ramírez Cuellar. Incluso, destacó
que al IPAB no corresponde hacer el anuncio, sino la Secretaría
de Hacienda y al Banco de México, dado que el Fobaproa es un fideicomiso
que dependía del banco central.
"Es la gran ilegalidad que cometieron, disuelven el Fobaproa
y todos los pasivos pasan al IPAB y por ese hecho los convierten de manera
ilegal en deuda pública y obligan a la Cámara de Diputados
a servir esos pasivos", añadió el legislador.
El Fobaproa, que en el marco de la crisis 1995 y 1996
cargó al erario la deuda del rescate bancario, fue manejado en esos
años por funcionarios del Banco de México y de la Secretaría
de Hacienda, que endosaron al margen de la ley el mayor monto de deuda
pública en la historia del país con el argumento de evitar
la quiebra del sistema financiero y ninguno de ellos ha sido responsabilizado
por ello, al menos hasta ahora.
La deuda generada por el rescate bancario realizado por
el gobierno del ex presidente Ernesto Zedillo, según la Auditoría
Superior de la Federación (ASF), el órgano de fiscalización
de la Cámara de Diputados, alcanza un billón 264 mil millones
de pesos, unos 114 mil 909 millones de dólares. Representa un monto
equivalente a 18.5 por ciento del producto interno bruto (PIB). Para efectos
comparativos, el monto de esa deuda es 36 veces mayor que la inversión
destinada al desarrollo de la industria petrolera nacional. Ello, en el
marco de la descapitalización de Petróleos Mexicanos, empleada
como argumento oficial para abrir esa empresa estatal a la participación
privada, tanto en las obras que realiza como en la estructura de su capital.
Los pasivos cargados a la deuda pública por el
rescate bancario al amparo del Fobaproa superan el saldo de la deuda pública
externa contratada por el país en toda su historia y que, al cierre
de septiembre, se ubicó en 79 mil 563.8 millones de dólares,
de acuerdo con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Hasta antes del anuncio de la extinción del Fobaproa,
el hecho de que legalmente ese fideicomiso siguiera existiendo abría
la posibilidad de una investigación sobre sus operaciones y el costo
que representan para la sociedad mexicana. Se trata de una posibilidad
que, de acuerdo con fuentes legislativas consultadas por La Jornada,
es ahora más acotada.
La extinción del Fobaproa, con toda la carga que
representa por el hecho de que ese fideicomiso fue empleado por el gobierno
federal para conducir el cuestionado rescate bancario, estuvo determinada
por la firma, el 15 de julio pasado, de un acuerdo entre el IPAB y Banamex-Citigroup,
BBVA Bancomer, HSBC (antes Bital) y el mexicano Banorte de convenios por
medio de los cuales el Instituto asumió la responsabilidad total
de las obligaciones derivadas del saneamiento financiero.
Como parte de este convenio, el IPAB asumió el
compromiso de pagar la deuda que tenía el Fobaproa como parte del
PCCC, en un monto que ronda los 107 mil millones de pesos. Y, a cambio
de asumir ese pasivo -que equivale a siete veces el presupuesto de un año
de la Universidad Nacional Autónoma de México- el Fobaproa
transfirió al IPAB su capital: siete pesos.
Las últimas obligaciones que mantenía el
Fobaproa -y que impedían su extinción- eran las relacionadas
con el llamado Programa de Capitalización y Compra de Cartera (PCCC),
instrumentado durante 1995 para inducir a las instituciones a efectuar
aportaciones de capital cuando su situación financiera, derivada
de la crisis económica de ese año, deterioraba la calidad
de sus activos y ponía en riesgo su viabilidad.
El propio Fobaproa, dirigido entonces por Javier Arrigunaga,
actual funcionario de Banamex-Citigroup había establecido como regla
que, en el marco del PCCC, el gobierno aportaría dos pesos por cada
peso que pusieran los banqueros, una regla que no se cumplió. Algunas
instituciones recibieron hasta siete pesos del gobierno por cada peso aportado
por sus accionistas.
|